Quince meses después, “frente al pelotón de fusilamiento”, nos invaden recuerdos como los que asaltaron al coronel Aureliano Buendía. Sobre ese fatídico domingo de octubre, cuando nos llevaron a conocer, el engaño y la mentira con los que enloquecieron a fanáticos compatriotas que sin reflexionar buscaron urnas para decir que la paz era una quimera.
Ya el hielo estaba inventado, pero empezaba a florecer la tecnología de la falsedad que permitió penetrar el pensamiento de parte de nuestros compatriotas, para que profetas del desastre los arrastraran hacia al abismo y fue así como con unos pocos votos pudieron torpedear los anhelos de una población por alcanzar el principio del fin de una guerra insensata aprovechada por quienes se habían acostumbrado a vivirla, lucrarse y saborearla con desenfrenado apetito.
Con gran habilidad los organizadores de la campaña por un incomprensible No, utilizaron idénticos métodos a aquellos que, como lo narra Mark Tompson, presidente del New York Times, en su libro “Sin Palabras”, aplicaron los republicanos en Estados Unidos para atacar el Obamacare, con el simple calificativo de “el comité de la muerte”, a una ley de beneficio colectivo, en la que se hacía referencia a la muerte digna para enfermos terminales.
Transitamos hoy por esta época del año durante la cual con música, poemas, danzas, brindis, alegrías y lágrimas, se da por terminado un período, dudoso para algunos, excelente para otros y para muchos un simple camino hacia el recuerdo.
Los colombianos perdimos 12 preciosos meses en discusiones sobre una paz que ya nos arropa, pero a la que no queremos ver, ingresar y mucho menos disfrutar, porque a ello nos ha conducido nuestro pesimismo. Nosotros pensamos en no, nosotros miramos el lado oscuro, porque la claridad nos fue extirpada a lo largo de la historia, desde cuando los invasores se apoderaron de lo nuestro y, con los mismos engaños, nos pusieron a pelear en favor de quienes nos arrebataron vida, pensamiento y riqueza.
Para muchos el 17 fue bueno; para los pesimistas malo… muy malo.
Generalmente esperamos algo mejor: un futuro despejado, con paz y prosperidad. Pero hay quienes de una le aplican con todo rigor el más inexplicable pesimismo. Políticamente solo esperan un primer semestre lleno de elecciones que afiancen ambiciones.
El 18 irrumpe con ímpetu, con expectativa. Con vasos medio llenos o medio vacíos, porque nuestra tradición pesimista, nos impide verlos llenos. Estos los desechamos para aplicar engaño y miedo a los electores. Hay quienes necesitan mantenernos frente al pelotón de fusilamiento, e impedirnos conocer el hielo, la paz, la prosperidad. Cien años más de soledad.
Nos quedan pocas horas para sacudirnos del pesimismo, para creer en la paz, para enfrentar llenos de positivismo el futuro. No nos dejemos robar la paz ni la esperanza, como nos lo advirtió el Papa Francisco. ¡El 18 pinta mejor!
BLANCO: Un feliz futuro, un halagüeño 2018 para todos, sus familias y amistades.
NEGRO: Adiós, adiós, adiós, al 2017, bueno o malo, pero adiós.
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