Nos quedan aún 9 días para que la razón derrote la emoción y logremos una elección sensata, racional, inteligente y en paz, aunque esta pasó de moda.
Becassino, ese gran publicista argentino, dio en el clavo y encontró que había que remplazar la desgastada paz, por la corrupción, para despertar más emoción. Así descartaron la pobreza, la inflación y en mal gobierno.
Con solo dos candidatos que se lanzan injurias, ultrajes e infamias, el tema de la corrupción tomó la delantera. Revivieron el odio, la rabia y rencor que se creó entre los colombianos a principios de este siglo y empezó la división de familias, padres, hijos, hermanos y amigos, que de inmediato siguieron, al “ingeniero”, al maltrecho uribismo y a la emoción.
Rodolfo y Petro usan, a su modo, la corrupción en este caldo político, sin dar opción a sus seguidores de ingresar a la razón con inteligencia, raciocinio y cordura. Ambos se ven en el solio de Bolívar.
El “ingeniero”, saca a flote una deslenguada y arrabalera jerga, no apta para damas ni niños.
Petro con más suave lenguaje, resiste cuanta acusación le hacen de matón y guerrillero.
Los dos agrandan sus propuestas, para unos geniales, para otros alucinantes, pero eso sí: estrambóticamente populistas.
Petro ofreció a los mineros comprar el carbón y depositarlo bajo la tierra. Rodolfo eliminar todas las embajadas y modificarlo todo a “plumazos”, sin respetar los tres poderes.
Los dos reciben adhesiones de movimientos, grupos y partidos políticos, sin incluir al “uribismo”, que no quiere que se note que su candidato es Rodolfo.
El “galanismo” completamente dividido se plegó a Hernández, mientras a Fajardo, el santandereano lo despreció y desdeñó, sin siquiera haber leído 25 valiosos temas que le planteaba, incluida la paz. Y qué decir del desplante a la Red Nacional de Mujeres. ¿Mucha la sobradez?
A Petro lo acusan de decir mentiras y cosas impracticables. Pero no se aprecia el llamado a la unidad nacional, que podría ser el principio del fin de la polarización que nos mantiene divididos, odiados y en guerra.
Así sigue una campaña a la que escapan la sensatez y la razón, considerados regla número uno, para dirigir el gobierno de una república.
Ni Bucaramanga, ni Ciénaga de Oro, son la República de Colombia. Petro y Rodolfo, deben abandonar los insultos y propuestas parroquiales, y entender que se necesita el cambio que pidieron los electores el pasado 29 de mayo.
De continuar el populismo, será el blanco -el voto en blanco- el que defina quien llegará a la Casa -o museo- de Nariño, porque el descontento y la desconfianza crecen.
¡Solo el fundamento y la cordura nos darán la razón para votar bien!
BLANCO: Bien por el presidente Duque que dio paso en firme para recuperar el Galeón San José.
NEGRO: Increíble que del dineral que recibirá Bogotá, no se destine un centavo a reparar la “huecolandia”, en que se convirtió el D.C. ¿Habrá negocio con servitecas y montallantas?