El general Francisco de Paula Santander, no solo es conocido por el denominativo que Bolívar le dio luego de la Batalla de Boyacá: “El organizador de la victoria”, ni por su proceder de legislador unipersonal como “El hombre de las Leyes”, sino, por ser el padre de la educación pública en Colombia, verdadero calificativo que lo debería preservar como la mejor gestión de éste, uno de nuestros founding fathers.
Una ley del 20 de junio de 1821 fue la que marcó el impulso para el proyecto republicano de fundación de colegios en todas las provincias de Colombia y, gracias a Santander, se tomó como premisa el hecho de que la educación pública era la base y fundamento del gobierno representativo y una de las ventajas que les permitía a los ciudadanos conseguir su libertad e independencia.
El 17 de mayo de 1822 nació el Colegio de Boyacá, decano de la educación pública y hoy en día circunscrito a un colegio municipal, luego de haber sido establecimiento público del orden nacional.
Algunos de esos colegios "Santanderinos", alcanzaron el rango de universidades, como el Colegio de Antioquia, el de Cartagena de Colombia o como la Universidad Central, restablecida en 1867. Santander también fue el autor del Plan de Estudios decretado el 18 de marzo de 1826, que incluía cátedras de gramática, filosofía, mineralogía, latinidad, derecho, medicina, teología y, en el de Chiquinquirá, derecho canónico, donde desde agosto de 1821, antes del nacimiento del Colegio de Jesús, María y José, se ofrecían las cátedras de latinidad y matemáticas, encargadas a los dominicos.
En 1977 ingresé al “Col Boy” a cuarto de primaria y fundé un periódico semanario mural en la sede San Agustín. Se llamaba “De Colombia”, con el cual gané el “Primer Premio de Periodismo - Colegio de Boyacá 1977”; no se si habrá concedido más veces o en esa única ocasión. Aún conservo la tarjeta, escrita con letra de la profesora Cecilia Latorre Herrera y el regalo, un álbum de fotos.
En ese periódico, que yo mismo escribía en la máquina Olivetti y con un solo dedo (nunca supe escribir sino con el índice derecho), tenía un editorial, una sección de chistes, otra de noticias y otra sección, titulada “Un alumno dijo”, con los comentarios de mi hermano Juan Pablo, por entonces en primero de primaria, acerca de diferentes situaciones que se presentaban en nuestra sede de la primaria masculina del Colegio.
Años más tarde, en 1983, con varios compañeros de quinto y sexto de bachillerato, fundamos el periódico “Expresión”, que llegó tan solo a dos números, pues además de ser mimeografiado, contaba con una portada en screen. Recuerdo a grandes maestros, entre ellos el profesor Rito Antonio Silva Eslava, RASE, autodenominado como “El rey de los Unos”, porque esa era su máxima nota, aunque Atila, el rey de los Hunos, era con H.
Los colegios santanderinos son patrimonio de la Patria; es hora de darles el nivel que les corresponde, como forjadores de la formación de los hombres y mujeres de la República.