No podemos ocultar nuestra frustración por el rumbo de los acontecimientos del pasado fin de semana en la frontera colombo - venezolana. Todo parecía diseñado para que el sátrapa Maduro tomara las de Villadiego frente al hecho cumplido de que la ciudadanía actuante en la frontera explotara y conformara una verdadera y contundente cadena humana que forjara el paso de las cientos de toneladas de ayuda humanitaria y las fuerzas militares y los milicianos cubano-venezolanos armados tuvieran que perderse antes de que la turba los arrollara. Pero no. Los matones al servicio de la dictadura arreciaron su mano fuerte y a punta de gases lacrimógenos y de perdigones de plomo dispersaron a los activistas opositores al régimen, cuyos más beligerantes exponente a duras penas atinaron tirar piedras y guijarros que se perdían en la densa niebla.
Pero los opositores a Maduro -nuestro presidente Duque entre ellos- pudieron cantar “victoria moral” y cada día ese régimen se desprestigia más y seguramente va a caer, pero no por inercia, porque está “amorcillado” (como dicen los taurinos del toro herido mortalmente, pero que no cae nunca) sino porque liderando la reacción -el cartel de banderilleros- está un señor llamado Donald Trump, que no es lo mismo que James Carter o que Barack Obama. No sabemos si el señor Trump termine su período, porque cada día le salen más chicharrones, pero de lo que sí estamos seguros es de que antes de irse se va a llevar por los cuernos al sátrapa de marras y a los capos del “Cartel de los Soles”, Diosdado “Descabello” y el General Padrino, antes de repetir la faena más arriba en el mapa americano, por los lados de Nicaragua.
Post- it. Las próximas elecciones presidenciales en Ucrania van a estar de alquilar palco. Son 44 candidatos inscritos -como si se fuera a elegir un Concejo- y entre el grupo se destacan un comediante de TV, otro que tiene casa por cárcel, otro encartado en un proceso penal por corrupción, una agraciada ex Primera Ministra, Yulia Volodymyrivna Tymoshenko, y el colmo del arribismo, un ciudadano del común, cuya única razón de ser es llamarse como ella, Yuriy Volodymirovich Tymoshenko, cuyo nombre va a estar estampado enseguida de la primera en el tarjetón, a la derecha, y quien apenas ocupa el puesto 18 de las intenciones de voto.
Lo curioso es que el hombre se endeudó en el banco para pagar 92 mil dólares -con lo que se podría adquirir un apartamento en Ucrania- para comprar el derecho a estar en el tarjetón. Pero da la casualidad de que solamente a quienes ocupen los dos primeros puestos se les devuelve su inversión y la esposa del hombre -y también, por supuesto, su contrincante, Yulia- se están comiendo las uñas… pero él está fresco -cual Maestro Lechuga- jugándole a la confusión que produce su nombre, casi igual al de la que debiera ser elegida presidente. Para el muy “Pepe Cortisona” de Ucrania, Yuriy, esa platica no se ha perdido. Amanecerá y veremos. Mientras tanto, nuestro Timochenko criollo -ayuno de votos- como diría el poeta, “contempla desde los balcones de la JEP, tembloroso, el misterio palpitante de las constelaciones”.