Una vez más, como lo ha hecho Fedegán a lo largo de su historia, que completará 60 años en 2023, y durante la mitad de esa historia con una terquedad que prefiero llamar coherencia, el 39º Congreso Nacional de Ganaderos volvió a poner sobre la mesa la consigna de que “la paz de Colombia pasa necesariamente por la recuperación económica y social del campo”.
En consecuencia, en mis palabras de instalación del evento le planteé al presidente Petro, primero, que, a pesar de las diferencias ideológicas, en el propósito de convertir al campo y la producción agropecuaria en prioridad de la política pública y factor de cambio del modelo de desarrollo, para hacer de Colombia una potencia agroalimentaria, es donde nos encontramos, es donde nos identificamos plenamente y es donde podemos hacer causa común.
Segundo, que el Acuerdo firmado con Fedegán para facilitar la compra de tierras a los ganaderos y acompañar el proceso, es un acuerdo que se puede convertir en un gran piloto que partiría la historia de la reforma agraria, de la que debe ser, no de la que ha sido, la de campesinos pobres sin tierra, convertidos en campesinos pobres con un título de propiedad en el bolsillo…, y nada más.
Tercero, que el éxito de ese gran piloto solo es posible a partir de la integralidad como factor diferenciador, entendida como la acción conjunta de las instituciones del Estado y el sector privado para emprender una recuperación integral del campo. entonces estamos hablando de vías, de riego y energía, de capacitación y asistencia técnica, de crédito y acceso a mercados, pero también de escuelas y hospitales, de conectividad, de recreación y cultura; en fin, de todo aquello cuya carencia conforma la llamada “pobreza multidimensional”, la que se vive en el campo, donde todo falta.
Cuarto, que si el Gobierno, con el acompañamiento del sector privado y, en este caso de Fedegán, logra sacar adelante ese gran piloto de reforma agraria, habrá iniciado un proceso de la mayor importancia histórica para el país: la consolidación de una nueva clase media rural, que empuje hacia delante la economía campesina, que genere empleo y evite la desbandada de jóvenes campesinos hacia las ciudades, para que nunca más en la historia de Colombia, el campo sea sinónimo de abandono, de violencia y de pobreza.
Y quinto, que si el “Gobierno del Cambio” quiere demostrarle al país que su consigna no es apenas un discurso, tiene en la recuperación del campo la mejor oportunidad para hacerlo, un reto enorme y hoy agigantado por la destrucción inclemente del invierno; un reto cuyo primer paso es el piloto que proponemos, de una reforma agraria verdaderamente integral que, además, sea el camino que conduzca a la paz total, la que no se queda en el silencio de los fusiles, sino en el bienestar para millones de colombianos que viven en el entorno rural.
Los ganaderos, que asistieron masivamente a su Congreso Nacional, con cerca de 2.000 presentes en el acto de instalación, se sumaron con entusiasmo a la propuesta de Fedegán, pues, como le manifesté también al presidente, si al campo le va bien, a los ganaderos nos va bien y, por lo tanto, haremos lo que esté de nuestra parte para contribuir a que así sea.
Trabajaremos conjuntamente con el Gobierno en sacar adelante en este propósito común, lo que no obsta para que, con el respeto debido a las instituciones de la democracia, pero con la independencia de siempre, sigamos defendiendo todos los intereses y expectativas de los ganaderos colombianos. Esa es nuestra misión y nuestra razón de ser.
@jflafaurie