El cardenal Pimiento | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Julio de 2018

Este martes tres de julio, en el seno de la Asamblea General Ordinaria del Episcopado Colombiano, Su Eminencia Reverendísima el señor cardenal presbítero de San Juan Crisóstomo en el Monte Sacro Alto, José de Jesús (Horacio) Pimiento Rodríguez, recibirá el título de Miembro Honorario de la Academia Patriótica Nacional Antonio Nariño.

Nacido en Zapatoca el 18 de febrero de 1919, el Cardenal más anciano de la Iglesia católica y, decano de los 5543 obispos del mundo, es una joya del sacerdocio colombiano, pues fue ordenado sacerdote a los 22 años el 14 de diciembre de 1941 para la Diócesis del Socorro – San Gil, por el Arzobispo de Bogotá, el Venerable Ismael Perdomo Borrero.

Ocupó Pimiento los cargos de Vicario Coadjutor de la parroquia de Mogotes; de la Catedral de San Gil y Capellán del colegio San José de Guanentá. Luego fue Síndico y Profesor del Seminario de San Gil; Vicario Coadjutor de Vélez y Sustituto de Zapatoca; Coordinador de Acción Social y de Acción Católica de la Diócesis y Capellán del Hospital de San Gil durante ocho años. El 14 de junio de 1955, se le concedió el nombramiento de Obispo Titular de Apollonis en Lidia, que ostentó como Obispo Auxiliar de Pasto, hasta el 30 de diciembre de 1959, fecha en la cual fue designado por el Santo Padre como Obispo de la Diócesis de Montería, donde permanecería hasta el 29 de febrero de 1964 al ser designado con 45 años de edad, para regir los destinos de la Diócesis de Garzón-Neiva, en la que permaneció hasta el 22 de mayo de 1975, cuando recibió el nombramiento y palio como Arzobispo de Manizales, donde estuvo hasta su retiro el 15 de octubre de 1996, aunque en este tiempo posterior, se desplazó al Urabá antioqueño para ejercer su servicio pastoral como misionero en la Diócesis de Apartadó (particularmente en la Parroquia de Turbo) donde él mismo, como Arzobispo de Manizales había sido promotor de la experiencia misionera más allá de su jurisdicción diocesana. Participó como padre conciliar, en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II y desde 1972 hasta 1978, fue Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.

El papa Francisco, durante el consistorio rojo del 14 de febrero de 2015, lo elevó a Cardenal no elector, siendo, en nuestra historia eclesiástica, el noveno colombiano en ser purpurado de la Iglesia. Su lema heráldico es Vivere Christus Est: ...La vida es Cristo (Filipenses 1,21).

Su ministerio ha estado orientado al bien común y destacando las buenas maneras de hablar y escribir manifiestas en sus cartas pastorales, homilías, alocuciones y sermones. En él hay un pastor que ha vivido alegremente en la Fe, pues como dijera León Bloy, citado recientemente por el papa Francisco en Gaudete et exsultate, en la vida “existe una sola tristeza, la de no ser santos”.