El cierre de la frontera | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Diciembre de 2016

De nuevo sorprende la arbitrariedad infinita del gobierno de Nicolás Maduro que acaba de adoptar la absurda medida de sacar de circulación los billetes de 100 bolívares fuertes y de cerrar la frontera por tres días para golpear -según sus voceros- a las “mafias de contrabando de billetes que, desde Cúcuta y otros puntos fronterizos, acaparan sumas millonarias en billetes de 100 bolívares en desarrollo de “un complot planeado desde Estados Unidos”, dentro de lo que la paranoia oficial de Venezuela llama guerra económica para desestabilizar a su país, impedir la recuperación del bolívar y dejar sin papel moneda a miles de venezolanos.

Esos billetes que, según el Gobierno, controlan mafias de lavadores, serán reemplazados por nuevos billetes, inclusive de mayor capacidad adquisitiva. Lo que faltaba es que la economía del vecino país ahora la dirija el general Vladimir Padrino López, quien anuncia detenciones de personas que -según él- buscan introducir millones de bolívares en billetes de 100.

Las autoridades de Venezuela no aprenden de su propia experiencia y su desconexión de la realidad es producto de los fantasmas que alimentan sus áulicos ante la incapacidad manifiesta de darle un manejo responsable a la política monetaria y macroeconómica de su país. Cerraron la frontera durante casi un año y ello  solo trajo la parálisis de la economía fronteriza porque afectó de manera sensible la dinámica y el intercambio de bienes y servicios.

El panorama económico ha sido tan lúgubre que Venezuela hoy registra una inflación aproximada del 495 por ciento, la más alta del mundo, según organismos internacionales. La única consecuencia que traerá una medida tan inconveniente como ésta es la quiebra eventual de quienes se dedican al comercio formal, si no intervienen de manera oportuna las entidades del ramo en Colombia.

Ahora los venezolanos que acuden a la frontera a proveerse de los productos básicos, que allá escasean, tendrán que venir con tulas de billetes. Así ocurrió en la Alemania de los años 20 y en Estados Unidos en la época de la gran depresión. Una medida de esas parece obligar al regreso de una economía de trueque.

Las acciones del gobierno de Venezuela nunca apuntan a la médula de los problemas. Por eso no se resuelven, sino que se acumulan y producen la destorcida que la tiene sumida en la profunda crisis a que ha llegado. Lo único que produce esta medida es pérdida de confianza en la política cambiaria y el descrédito de la moneda que no registra antecedentes sino en falsificaciones masivas o en hurtos a los bancos.

Ello se debe a la incapacidad para gobernar, a la ideologización de los problemas y al fracaso del modelo económico que ahogó el sector productivo y anuló la inversión privada. Pero allá creen lo contrario; no es la política económica la causa de los males, sino la estrategia preversa de agentes externos que buscan la caída del Gobierno.

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Con profundo dolor recibo la desaparición repentina de Juan Daniel Jaramillo.