El presidente trasladó a la política exterior las incongruencias y delirios que han caracterizado su gobernanza en la política doméstica. Dominado por su afán redentor de todas las injusticias que cree percibir en las relaciones de poder decidió irrumpir en la escena internacional con ocasión del aleve ataque de la organización terrorista Hamás al Estado de Israel, amparado en una visión maniquea y mendaz de un conflicto que no cesa en desmedro de la paz a la que aspiran los ciudadanos que lo padecen.
Desde el día de su reconocimiento como estado, Israel siempre ha sido la víctima de las agresiones de los estados musulmanes que lo circundan. Así ocurrió en 1948 con el ataque simultaneo de los estados árabes vecinos que Israel logró responder con éxito. Iguales embestidas militares con idénticos resultados se perpetraron en las guerras de los seis días en 1967 y en la de Yom Kipur en 1973. La diferencia con la que hoy se ha desatado reside en que la agresión proviene de una organización terrorista cuyo único propósito es la destrucción de Israel.
En ese escenario, Petro acude al mismo desatinado procedimiento con el que abusa en sus controversias domésticas para proferir más de 100 mensajes en su cuenta de X en los que se abstiene de calificar y condenar el ataque terrorista de Hamás y en su defecto señalar a los israelís de neonazis, responsables de perpetrar un holocausto, como si ello no constituyera la más intolerable ofensa al gobierno y pueblo de Israel. Inaugura así un ejercicio de mendacidad en el ámbito diplomático que abre la puerta a reyertas impropias y peligrosas en una actividad en la que deben prevalecer la prudencia, y la búsqueda de soluciones que sirvan de contención a conflictos innecesarios y afecten los intereses de Colombia en sus relaciones internacionales.
Sus primeros e indeseados efectos ya se han materializado. No solamente Israel hizo uso de los procedimientos diplomáticos usuales para expresar su rechazo a las expresiones del presidente de Colombia, convocando a nuestra embajadora a una reunión, calificada de reprimenda, sino que también suspendió las exportaciones de seguridad a Colombia que se habían caracterizado por su importancia para ambos países. Las respuestas de Petro y de su obsecuente e inexperto canciller de suspender relaciones no pudieron ser más incoherentes y perjudiciales.
La decisión israelita impacta fuertemente la seguridad nacional que depende en más del 70% de los productos de Israel: aviones remotamente tripulados, drones, fusiles Galil, municiones, aviones Kfir, helicópteros, radares, sensores, plataformas de defensa y de comunicaciones y patentes para fabricación de armas, así como la ciberdefensa y ciberseguridad. Está en riego la soberanía nacional porque nadie suplirá las necesidades que vamos a confrontar en capacidades militares y de inteligencia en los momentos críticos de confusas negociaciones para la supuesta paz total.
El ideologismo en las relaciones internacionales cobrará un alto precio. Petro seguirá las conductas de la izquierda internacional que cierra filas a favor de Hamás, fungiendo de atolondrado vocero de quienes tras bambalinas favorecen la persistencia de los conflictos orbitales. ¿Sufriremos tres años más esta intolerable pesadilla?