Los sindicatos consideran migaja la propuesta de prima de un sueldo a los trabajadores que devengan menos de $1.400.000, los gremios advierten consecuencias, el ex ministro Roberto Junguito resalta su inequidad, Juan Camilo Restrepo capta tufillo populista, el ministro de Hacienda Carrasquilla manifiesta su desacuerdo, pequeños empresarios protestan, los partidos políticos, con excepción del Centro Democrático, anuncian oposición a la medida. En cuanto a cargarle la mano a las Cajas de Subsidio Familiar para que se hagan cargo de ella, esto sería meterle la mano al bolsillo de los trabajadores disminuyendo la prestación de servicios médicos, recreacionales, educativos, de mercadeo, hacernos trampa pasando los mismos dineros de un lado a otro.
Ella es pieza suelta, deprime en lugar de crear empleo, afecta la canasta familiar, cambian declaraciones tributarias, pone en riesgo el trabajo de empleados del servicio doméstico y labores menores, permite cobro adicional de servicios financieros, es intento abusivo de modificar tendencias de voto en las elecciones próximas. Entre otras asociaciones la Andi, Fenalco y Cotelco, aseguran que de aprobarse elevaría costos e informalidad.
El ex presidente Álvaro Uribe Vélez debería abstenerse de continuar defendiéndola, es posible que su intención haya sido buena pero equivocada, la polémica actual trae intranquilidad, el principio de certeza tributaria, de imposición por capacidad de pago y de redistribución se haya sin cuantificar. Muchas veces coincido con el senador y en otras discrepo, le asiste razón en su defensa por acusaciones injustas de carácter penal basadas en declaraciones de testigos cuestionados, tema que menciono de paso, de ninguna manera en el de la propuesta de prima. Con los problemas actuales, empleadores y trabajadores coinciden, la sugerencia constituye insensatez frente a la creciente migración de venezolanos obligados a salir de su país a quienes debemos ayudar, a la actuación de grupos delincuenciales, a la amenaza de disidentes del proceso de paz, ante los preocupantes índices de desempleo, el desequilibrio de la economía mundial y la crisis en naciones vecinas.
No existe en Colombia imposición ordenada de gravámenes justos a los contribuyentes. En medio del déficit fiscal, de la corrupción, del incremento del gasto público, encontrar la equidad es apenas anhelo, aumentamos diferencias atrapados por el estrés colectivo, los principios tributarios de legalidad, justicia, uniformidad, redistribución, proporcionalidad, se hallan por fuera de las últimas reformas tributarias. Ojalá que algo quede de sentido común y no sea aprobado el proyecto de prima extraordinaria, error creer que solo hay un camino para mejorar la situación social con el otorgamiento de gabelas. Saber retractarse, reconocer errores a tiempo es forma positiva de legislar, levantar un andamio frágil no es edificar.