¿Hacia dónde irán nuestras relaciones con Venezuela? Esa es la pregunta que muchos se hacen en estos momentos en que el dictador Maduro ordena la movilización de 2 mil hombres de sus Fuerzas Armadas para, según él, reforzar la seguridad de la frontera con Colombia.
La difícil situación que afronta el déspota gobernante lo impulsará a tomar decisiones que se saldrán de lo común, si necesita dilatar su salida del poder. Las manifestaciones contra su régimen crecen y se hacen cada vez más fuertes, al tiempo que las víctimas aumentan y la economía asfixia al país que cuenta con las mayores reservas petroleras del mundo.
Maduro la ve cada vez más perdida, pero se sostiene gracias a la corrupción que enriquece incontroladamente a los militares, que a manos llenas reciben la poca riqueza que aún queda en el vecino país. Además, se han constituido en los traficantes de droga más grandes de la época actual, con Diosdado Cabello al frente. Controlan el mercado de negro de alimentos, medicamentos, licores y mercancías de primera necesidad.
Maduro cuenta además con su cuerpo paramilitar, copiado de los CDR (comandos de defensa de la revolución) que montaron los Castro en Cuba, para mantener el control del pueblo.
El mundo entero tiene sus ojos puestos sobre Venezuela, porque cada vez se conocen los más crueles desafueros de una dictadura que acude a todo para sostenerse.
Estamos en la antesala de un conflicto bélico con Venezuela, detrás del cual se ampararán Maduro, sus compinches y su ejército mafioso, para perpetuarse en el poder.
Una leve chispa, puede detonar el conflicto. Esa chispa, desde luego, será atizada por conocido grupo político que opera en Colombia con máscara oposicionista.
Los militares y el régimen madurista, han acusado a supuestos paramilitares colombianos de estar actuando en la frontera y ser los responsables de los disturbios de un pueblo que lucha por la libertad.
Colombia, su gobierno, sus Fuerzas Armadas, sus partidos políticos sensatos y sus ciudadanos de bien debemos estar alerta, porque la situación es difícil, la chispa puede registrarse en el momento menos pensado.
El dictador está herido y puede acudir a lo impensable, sin importarle las consecuencias para su pueblo y sus vecinos. Su gente se viene para Colombia, porque no aguanta tanta tiranía y pobreza.
Nuestra guerra de 50 años terminó y queremos disfrutar de una paz estable y duradera, que no podemos malograr para que se salve Maduro.
BLANCO: Santos sí vio y habló con Trump. Consolidó el Paz Colombia.
NEGRO: El desblindaje que le aplicó la Corte a los acuerdos de paz.
gabrielortiz10@hotmail.com