Como es bien sabido el proyecto Hidroituango es un proyecto de interés estratégico para el país, dado que el mismo atenderá el 17% de la demanda de energía a nivel nacional y su atraso, además de presionar al alza los precios y la tarifa del servicio, pone en riesgo su confiabilidad y firmeza.
Pues bien, el pasado 2 de febrero, en el curso de una rueda de prensa, el gerente de EPM, Jorge Carrillo, anunció en compañía del alcalde de Medellín Daniel Quintero Calle, que “la primera unidad generadora de energía del proyecto hidroeléctrico Ituango -Hidroituango- estará en servicio el próximo 26 de julio de 2022, de acuerdo con el cronograma técnico que se tiene establecido”.
Ahora resulta que, nada menos que el Consorcio constructor de la obra CCC acaba de poner en tela de juicio dicho anuncio. En comunicación dirigida al vicepresidente de proyectos de generación de EPM, William Giraldo Jiménez, advierten que “encontramos que dichos cronogramas no se ajustan en su terminación para la fecha anunciada”.
El Consorcio CCC va mucho más lejos en su pronunciamiento al dejar en claro que “según la programación que conocemos, la ruta crítica de entrada en operación de la primera unidad está marcada por el blindaje de las conducciones y codos superiores, así como los concretos alrededor de estos, y cuya finalización prevé el inicio de las pruebas con agua para el mes de octubre de 2022.
La respuesta de parte de EPM no se hizo esperar. A través de un comunicado de prensa, el ingeniero William Giraldo informó que están “haciendo todo lo que está en nuestras manos para sacar adelante la obra”. No obstante, termina poniéndose la venda antes de la herida, curándose en salud, haciendo la salvedad que “los cronogramas en una megaobra (...) tienen nivel de incertidumbre”. Por su parte el gerente de EPM, al terciar en la discrepancia entre unos y otros, espetó que “queremos tener un contratista cuyo cronograma se pueda forzar” (¡!).
Semejante dislate le sirvió de pretexto para tratar de justificar su empecinamiento en el cambio de contratista y de paso anunciar la apertura de la licitación para que sea otro contratista el que ejecute la “segunda etapa” del proyecto, pese a las advertencias de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros, de los 7 decanos de facultades de ingeniería de Antioquia y la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI) sobre la inconveniencia del cambio de constructor, pues ello implicaría un retraso adicional de la entrada en operación del proyecto de mínimo un año.
En medio de semejante embrollo, no se sabe a quién creerle y a la contingencia que se prolonga por más de 50 meses ahora se le viene a sumar la incertidumbre en torno a la entrada en operación de las primeras unidades de generación. A EPM queremos recordarle que el apresuramiento no es buen consejero. Como le dijo Napoleón Bonaparte a su ayudante, en medio de su afán y sus afugias: “vísteme despacio que tengo prisa”.
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