Indudablemente estamos enfrentando el tercer pico del covid-19, muchos de nuestros compatriotas se mostraron escépticos frente al tema y pensaron que la llegada de las vacunas a más de disminuir el contagio, evitarían la amenaza de un tercer ataque de la pandemia. ¡Qué gran equivocación y despropósito! porque hoy las cosas se complican a cada momento, dejándonos como única salida, la estrategia conocida de continuar con las medidas preventivas de mil formas recomendadas y poco aplicadas, donde se destaca el uso del tapabocas, una muy marcada distancia, el aseo corporal con énfasis en el lavado de manos y algo bastante importante, la prohibición a ultranza de reuniones.
Por fortuna está demostrado que las autoridades del país permanecen comprometidas con el tema, pues las estadísticas revelan los resultados y lo catastrófico del comportamiento ciudadano en Semana Santa.
El otro frente imposible de desconocer es la identificación de casos positivos para seguimiento y prevención del contagio evitando dispersión de la enfermedad. Pese a lo anterior sería saludable implementar las pruebas para todos los viajeros, bien sean domésticos o internacionales, que por fuerza de las circunstancias debieron estar en contacto con núcleos humanos de diferente índole.
Ante la difícil situación que vive el mundo toda precaución es válida, especialmente porque es de público conocimiento que muchos gobiernos no enfrentaron el coronavirus con un total compromiso, permitiendo en sus países fisuras que están perjudicando otras latitudes y facilitan tanto el contagio como la diseminación de la pandemia, razón mas que valedera para pensar que de no controlar y neutralizar este tercer pico, es muy posible que el problema se magnifique, extendiéndose en el tiempo está lucha tan dura y persistente.
Reconozcamos que el año 2020 fue duro en todo sentido y el encierro al que nos vimos abocados a más de largo, y descorazonador, golpeó la economía en todo sentido, dando margen a la exasperación de la ciudadanía que pide a gritos un aire de positivismo, una nueva oportunidad, especialmente nuestros jóvenes, ansiosos de vivir e invadidos por grandes dosis de ansiedad que los impulsa a luchar y enfrentar la vida, dando paso a ciertos comportamientos generadores del rechazo por la situación y el encierro a que venimos haciendo referencia. Es urgente poner los radares en dirección de esta población, que al salirse del cauce puede crear un caos insostenible.
Somos conscientes que lo económico juega un papel preponderante en el ámbito nacional, pero la amenaza de la transmisibilidad está latente y la juventud ajena al peligro pude convertirse en propagadora de una nueva acometida del virus. Estamos en una situación de amenaza de la que solo podemos salir con el compromiso general de la ciudadanía que acata las recomendaciones, cumple y se auto controla.