El jefe de gobierno español, Pedro Sánchez ni el líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijoo, gane el que gane las elecciones, van a estar en condiciones de gobernar en solitario. Por buenos resultados que puedan obtener los dos grandes partidos, todo indica que las mayorías absolutas es algo que pertenece al pasado.
La irrupción de nuevas formaciones políticas como Vox y Unidas Podemos, así como la proliferación de partidos regionalistas, han traído consigo -y porque así lo han querido las urnas-, el Congreso más fragmentado de la historia democrática. Ha sido la voluntad de los españoles que así sea.
Esta realidad incontestable condiciona y mucho las perspectivas electorales de los dos únicos líderes que tienen posibilidad de gobernar. Por ello, el Psoe con Sánchez al frente mira con preocupación el cisma que se ha organizado entre Pablo Iglesias y Yolanda Diaz, que si bien parece muy determinada a continuar su proyecto todavía no acaba de cuajar. El hecho de que no se vaya a presentar a las elecciones de mayo indica que, como poco, su propuesta va lenta, muy lenta.
Pablo Iglesias ha estallado. Tenía ganas de recordar que fue él quien decidió hacerla ministra y vicepresidenta y este recordatoria ha servido para una soterrada ruptura y cuando esto ocurre en un espacio político, este espacio es castigado en las urnas. Pedro Sánchez necesita que Yolanda Díaz siga adelante y obtenga en las generales un resultado que le pudiera servir para compensar el bajón que todas las encuestas prevén para el Psoe. Si la izquierda a la izquierda del Psoe se divide, debilita y con ello las posibilidades de que Pedro Sánchez repita como presidente se vean seriamente mermadas.
A Núñez Feijoo no le ocurre algo muy distinto, con una diferencia, y es que mientras Sánchez parece haber renunciado al espacio de centro para ser percibido como único líder de la izquierda, Núñez Feijoo mira a su derecha y a su izquierda. Quiere los votos de los supuestos decepcionados del Psoe y, por supuesto, minimizar la influencia que pueda tener Vox, pero sin que este llegue a desaparecer, cosa que no va ocurrir.
En los aledaños del Psoe y del PP hay lío, discrepancias, divisiones y, sin estos aledaños, el que resuelve ganador de los próximos comicios se verá obligado a realizar auténticos equilibrios. Partiendo de este hecho, habrá que convenir que Pedro Sánchez lo tiene más fácil. Los que ahora le apoyan no dejarán de hacerlo si con su concurso puede hacerse de nuevo con la presidencia del Gobierno. Feijoo lo tiene más complicado para fraguar acuerdos, salvo que obtenga unos resultados tan sumamente contundentes que no haya más opción de Gobierno que la de un Ejecutivo por el presidido.
Conclusión: no va a bastar con ser la fuerza más votada. El secreto va a estar en los pactos con los aledaños que hoy por hoy navegan entre líos y, ya se sabe, que gana quien gobierna.