Jesús con inmensa sabiduría responde a sus apóstoles: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Sólo quien acepte a Jesús y sus enseñanzas, y siga su ejemplo, puede entrar en el hogar celestial de su Padre (Juan 14:6).
Es una advertencia clara para observar cuidadosamente las enseñanzas de la naturaleza, ella nos indica que podemos ser merecedores de la abundancia del universo, si realmente lo deseamos.
Pasan los siglos y a pesar de ello, católicos, musulmanes, budistas, ateos, etc, en lugar de avanzar hacia una vida feliz, retrocedemos y ello nos conduce inexorablemente a la destrucción de nuestro ser, de nuestra propia vida.
Cada época ha brindado su visión sobre la felicidad, objetivo primordial que han buscado los hombres de todos los tiempos. La condición natural de los seres humanos es ser felices. Todos fuimos creados para la felicidad.
Aristóteles y Santo Tomás sostenían que la felicidad radica en la posesión del máximo bien para el hombre.
Aún para Federico Nietszche que expresa su ira contra el cristianismo en su obra el Anticristo pronuncia una de sus célebres frases: “Mi pobreza consiste en que mis manos nunca descansan de dar, mi envidia es ver siempre pupilas encendidas de esperanza y noches iluminadas”.
Pero somos egoístas y ciegos ante las realidades que vivimos diariamente. La tragedia de Australia, en la que miles de hectáreas fueron arrasadas por el fuego, donde innumerables personas perdieron la vida y millones de animales también desaparecieron, para el resto del mundo sólo fueron imágenes que pasaron por la mente.
Y qué decir de la selva amazónica, la deforestación se ha triplicado, si avanza estarán en riesgo resguardos indígenas y el parque Chiribiquete.
La revista Semana señala: “se ha construido una trocha ilegal de 138 kilómetros que arrasa miles de hectáreas en el corazón de la Amazonía colombiana. A pesar de que un fallo judicial exige su cierre, intereses económicos, negocios criminales y necesidades de las comunidades no permiten frenar el ecocidio”.
La adolescente sueca Greta Thunberg sorpresivamente sacudió la apertura de la cumbre del clima en las Naciones Unidas, al acusar a los líderes mundiales de omisión, traición frente al cambio climático.
Igualmente la esclavitud del celular ha traído muchas tragedias. El colmo de los colmos es que por estar pendientes del celular ya no se leen las instrucciones de los medicamentos; nos duele la muerte de unos pequeñitos a quienes se les dio una droga equivocada a ojo cerrado, precisamente por no haber leído las indicaciones.
También conducimos nuestro automóvil siguiendo la pantalla del celular, llevándonos por delante los peatones que se cruzan en la vía.
Quisiéramos encontrar una respuesta en la canción de Guillermo Buitrago: “Como me compongo yo en el día de hoy/Como me compongo yo en el de mañana/Como me compongo si vivo triste/Como me compongo yo me duele el alma/Yo quiero pegar un grito y no me dejan/Yo quiero pegar un grito vagabundo/”.