Los católicos tenemos tres viajes obligados en la vida, a Jerusalén, como palmeros; a Roma como romeros y a Santiago de Compostela como peregrinos y, el pasado 19 de agosto cumplió 60 años de ordenación sacerdotal un peregrino espiritual, que ha sabido reconocer el hierro con el cual fue marcado: Diego Jaramillo Cuartas, cjm., quien con su buen humor y excelente salud, a sus 86 años nos muestra lo que puede hacer el Espíritu Santo en cada corazón, como puente común entre Dios, su hijo y los hombres.
No todos los lectores reconocerán por su nombre a este personaje, que llega todas las noches a nuestras casas con su mensaje social y espiritual en el programa televisivo más antiguo del mundo, “El Minuto de Dios”, que comenzó a emitirse en 1955. Jaramillo se reconoce como profeta, pastor y “sacrificador” de la muerte y resurrección de Cristo. Tuvo el ejemplo de cuatro sacerdotes para encontrar la vocación para la cual Dios lo tenía destinado desde el inicio de los tiempos: Enrique Rocheraud, Eduardo Acosta, Rafael García-Herreros y mi pariente por línea materna, Arturo Echeverri Olano.
Desde el colegio de los hermanos de La Salle y luego en Usaquén, en el seminario de Valmaría, Jaramillo Cuartas encontró su destino al lado del promotor de la obra del Minuto de Dios y, por eso expresa permanentemente que en esa institución no los caracteriza el sueldo, sino el amor por la labor que desde allí se ejerce y por los que se benefician de su trabajo, el cual, no es sólo el televisivo, o el que se desprende de la construcción de casas con los réditos que dejaba en sus buenas épocas el “Banquete del Millón”, sino a través de la formación educativa con 36 colegios y hogares infantiles, así como con una universidad que tiene presencia en 79 municipios de Colombia y que educa a más de 150 mil personas.
Jaramillo, quien preside la Academia de Historia Eclesiástica de Bogotá y es miembro honorario de la Academia Patriótica Nacional Antonio Nariño y de la Academia Colombiana de la Lengua, ha sido profesor de teología, rector del Seminario Valmaría de los padres eudistas y Superior Provincial de la Provincia Eudista de Colombia, de la cual se ha segregado una provincia propia, la del Minuto de Dios.
Me llamó mucho la atención en esta celebración del padre Diego Jaramillo, que citara sus tres amores: A Dios, a Colombia y a los pobres, más cuando el año pasado se decidió -lastimosamente-, que la palabra del siglo era “aporofobia”, la cual, creada por la filósofa Adela Cortina, representante de la ética de mínimos, no es más que el odio a los pobres y a la pobreza, que en sí mismo, no es más que el odio a nosotros mismos, pobres habitantes de un mundo que requiere un futuro mejor y, lo peor de todo es que a esa señora la celebran y festejan en Colombia quienes no valoran la dignidad de la vida humana desde su orilla radical supuestamente democrática.
Parafraseando al padre Diego, podríamos culminar diciendo: “Dios mío, en tus manos dejamos esta columna que ya pasó y la próxima que llega”.