El Papa Francisco ha puesto el dedo en una llaga abierta y supurante: la rampante corrupción de los presidentes latinoamericano.
Francisco, en su reciente visita al Perú, lanzó la siguiente pregunta: ¿Qué le pasa a Perú que, cada vez que sale un presidente, lo meten preso? Se refería a una realidad bien conocida por todos. Ollanta Humala está preso. Fernando Toledo fugado, se cree que a EE.UU, luego de ser acusados él, su mujer y la familia de esta de haber recibido millones de Odebrecht. Alberto Fujimori está recién indultado por el presidente actual Pedro Pablo Kuczynski, quien también está siendo investigado por corrupción; y Alan García, siempre en entredicho, ¿culpable o no?, aún no se determina.
La pregunta del Papa es dura y muy válida, no solo en Perú, sino en todo el continente, especialmente en este año cuando tres países, Brasil, Colombia y México, tendrán elecciones presidenciales y, sin lugar a dudas, el tema que se destacará en ellas es la rampante corrupción que ahoga a esas tres naciones.
En este momento Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, hace campaña para ser reelecto, olímpicamente ignorando el haber sido investigado por corrupción y lavado de dinero, y condenado como culpable a 9 años de prisión por haber recibido varios millones representados en un apartamento de lujo, durante el escándalo de “Lava Jato”.
Esta sentencia fue confirmada, y aumentada, el reciente 24 de enero por el Supremo Tribunal Federal. Lo peor es que, al parecer, el pueblo brasilero está tan acostumbrado a la corrupción que no parece importarle, y están dispuestos a votar la reelección de Lula, esgrimiendo el argumento usado por todos: “las acusaciones son persecución política”.
En Colombia, la corrupción ha tocado al Presidente Juan Manuel Santos en la forma de los dineros que supuestamente entraron a sus dos campañas presidenciales, provenientes de Odebrecht. Pero, además la corrupción, está presente en todas las instituciones del país.
En México, los carteles han tomado prácticamente control del país sobornando a gentes del gobierno, el ejército y la policía, con el dinero proveniente del narcotráfico y otros delitos. Y es que, en la mayoría de los casos, quien no se deja comprar termina muerto o desaparecido.
Pero aquí no quedan las cosas. En Argentina, de donde es Francisco, la ex presidenta Cristina Kirchner está siendo investigada por lavado de dinero, corrupción, manipulación de la tasa de cambio en beneficio propio e interferencia o responsabilidad en el asesinato de Alberto Nisman, fiscal que la investigaba.
¿Qué país escapa de escándalos de corrupción en Latinoamérica? Hace 25 años entrevisté para mi libro “Protagonistas de la Democracia” a los Presidentes de todo el continente. Era un grupo destacado, pues por primera vez en la historia, toda América Latina era gobernada democráticamente. Hombres como Menem, Fujimori, Wasmosy y Samper, entre los 16 entrevistados, formaban parte de ese notorio grupo. Hoy muchos de ellos han sido acusados y han pasado por la cárcel por corrupción.
Pero nada iguala al “destacado” grupo de corruptos que cayó en la red de sobornos de Odebrecht. Pocos gobernantes, congresistas y líderes políticos, caribeños y suramericanos, escaparon a la atracción de los dineros fáciles ofrecidos por la constructora brasilera. Por desgracia, como dice el Papa, “el caso Odebrecht es simplemente una anécdota chiquita”. ¡Que panorama tan desolador!