Londres, despejado de la tradicional bruma, recibió con bombos y platillos, y como a pocos personajes de talla mundial, al Presidente Santos. Mientras allá le daban la altura que eventos de esta naturaleza representan, en nuestro medio la envidia, los celos, la rabia y el resquemor, se apoderó de ciertos dirigentes.
Con el mayor de los decoros el mandatario nos representó en todos los eventos. Tanto él como su comitiva, supieron lucir sus atuendos acordes con ceremonias como las que ofrecieron la Reina Isabel II, la realeza y la dirigencia inglesa.
El Presidente que conoce lo sucedido con el Brexit y sus funestas consecuencias para la Gran Bretaña, dijo en el parlamento inglés que algo parecido nos había ocurrido en Colombia con el plebiscito, y agregó que la desinformación y la mentira habían jugado papel importante en la derrota del Sí. El uribismo, ardido por las imágenes que mostraban a un Presidente colombiano en la cúspide, consideró sus palabras como un desafuero. El jefe de ese movimiento, queriendo jugar un retruécano, dijo que si eso lo había dicho el Nobel –otro de los ardores que los atormentan- o que si eran inventos de la prensa inglesa. No se supo si criticaba a Santos o reclamaba la paternidad del hecho, que confesó como gran trofeo, su jefe de campaña por el no.
Porque trampa hubo, mentira en los mensajes hubo, mala intensión hubo.
Pero ahora el uribismo, como siempre, utiliza el paraguas para esconder una vez más sus acostumbradas falsedades. ¿Será que el senador no recuerda los textos de los comerciales que invitaban a votar por el No? ¿Estará perdiendo la memoria?
Con el paraguas cubrirán todos sus propósitos y eludirán las críticas y censuras de los colombianos, por esos torcidos procederes. Ahí también esta agazapado el destituido Ordoñez, quién además de deberle al país explicaciones sobre sus malos procederes durante casi ocho años, ahora anda tras flotillas de automóviles blindados para él y su familia.
Estamos viviendo en un imperio de falsedades y mentiras que buscan, ante todo, el fracaso de la paz que todos los colombianos y el mundo entero, están reclamando.
Ojalá, cesen las envidias, resquemores, celos y rabietas, para lograr la paz, que no es solamente para Santos, sino para Colombia y el mundo entero.
BLANCO: Quiérase o no, la paz nos tiene en la cima de las naciones.
NEGRO: El caos del tránsito de Bopgotá.
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