Fueron muchas las enseñanzas que nos dejó el ex presidente Belisario Betancur al partir hacia el Olimpo, desde donde nos sigue con su mirada, cuidando que seamos capaces de seguir sus valiosos consejos y ejemplos.
A los cuatro años ya sabía leer, escribir, pensar profundamente y observar con detenimiento, porque el aguijón del periodismo ya lo había acicateado.
Era un docto culto e iluminado que raciocinaba y reflexionaba con propiedad sobre la diversidad de ideas que cruzaban su imaginación o la de los demás.
Contrariamente a las actuaciones de ciertos dirigentes, pensadores y cabecillas, veía en el periodismo y en los periodistas a los defensores de la democracia, formadores de opinión y valiosos apoyos de una sociedad formada o en formación.
Cuando en mi calidad de Director Ejecutivo del Premio Nacional de Periodismo, CPB, lo invité a acompañarnos en el acto de entrega de los galardones a los mejores colegas en febrero del 2017, dejó plasmada en una carta con su impecable caligrafía, su inquebrantable máxima frente a la libertad de expresión: “Siempre fue mi presea fundamental la actividad enaltecedora de periodista. Y mi filosofía en tal calidad, fue siempre la de que prefería una prensa libre y creadora aunque tuviera desbordamientos, que una prensa censurada, la cual no cabía en mis ejercicios profesionales en ningún caso”. Y agregó: “Sé que esa es la insignia de ustedes, sé que ese es su escudo. Sé que esa es su filosofía, que nos enorgullece a todos los colombianos”.
Qué palabras más oportunas para momentos en que surgen destellos funestos para la libertad de expresión, de reputados dirigentes que se buscan ocultad la verdad que destapan documentales, informes, estudios e investigaciones periodísticas.
Fue el ex presidente un visionario, cuya voluntad inquebrantable era alcanzar la paz durante su gobierno, porque como lo expresó en su momento, prefería el dialogo con la guerrilla al tratamiento militar. Prefería el “poder de la palabra, en lugar de seguir disparando” y así logró los primeros acuerdos con las Farc, que fracasaron por la inmadurez del movimiento guerrillero, como ellos mismos se lo dijeron al Presidente. Él y Colombia sabían, que el país estaba cansado de guerras; y la misma guerrilla también.
Nunca desmayó y estuvo inmerso en los diálogos de La Habana y en los acuerdos, porque era un convencido de que a Colombia le llegó la hora de la reconciliación. Dejó como sentencia un agradecimiento a quienes lo iluminaron en todos sus esfuerzos por lograr la paz, “la paz de La Habana y lo que seguirá que será más arduo, pero tenemos que tomarlo como tarea todos los colombianos”.
Y afirmó, que no se puede dejar escapar este momento estelar que vive nuestro país.
Y realmente sus palabras son sabias, porque se logró desarmar a las Farc, a esa guerrilla; pero no se ha podido alcanzar un desarme de los espíritus. Paz en su tumba señor Periodista Presidente.
BLANCO: La Fundación Compaz que lazó el ex presidente Santos.
NEGRO: La falta de credibilidad en Medicina Legal.