El poder del sonido | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Diciembre de 2022

Hay sonidos primordiales, que nos conectan con la existencia.  El primero es el del líquido amniótico en el vientre de nuestra madre, ese mar inicial en el que se forma nuestra vida.

A medida que crecemos escuchamos a mamá, papá o a quienes nos cuidan: sus voces nos dan confianza. Si alguna de ellas llegase a faltar o no fuese amorosa, podremos luego sanar con nuestra propia voz, a medida que nos damos cuenta de que somos amor y que no hay que buscarlo afuera porque lo encarnamos en cada célula. Siempre tendremos posibilidades de restructurarnos, de transformar todo aquello en lo que el amor no fue evidente, al menos como queríamos y esperábamos. En realidad, siempre está el amor, solo que necesitamos entrenamiento para reconocerlo en todo, incluso en los eventos más dolorosos, esos que nos pueden llegar a romper si no estamos en profunda conexión con nosotros mismos.

Nuestro llanto al nacer, ese grito que abre nuestros pulmones, es otro sonido que nos enraíza en la vida. Aunque más tarde, a medida que construimos nuestro ego -necesario para la individualidad en la primera infancia- aprendamos a llorar mucho, algo menos o a no llorar, dependiendo de cada configuración egoica, siempre tenemos el recurso del llanto sanador. Escucharnos a nosotros mismos mientras lloramos nos conforta, pues no son solo las lágrimas las que sanan, sino también los sonidos que emitimos al hacerlo.  Recién nacidos aprendimos que al llorar éramos atendidos y amados. Nuestro llanto lleva implícita la esperanza del consuelo, que si no encontramos en los otros lo haremos en nosotros mismos.  En muchas palabras se manifiesta el cariño; cuando no las escuchemos desde afuera, las podemos recrear adentro.

Los sonidos de la naturaleza también nos ayudan a mantener la conexión con lo esencial: la fuerza de la tempestad, el trino de los pájaros, el susurro del viento, el rumor del mar, el canto de la quebrada, los ladridos o maullidos de nuestras mascotas, el crepitar de la leña en la chimenea, todos ellos nos recuerdan el poder de la vida, unos sutilmente, otros con potencia inusitada.  El Amor/Fuerza se manifiesta a cada instante, como en la música que nos ayuda a sublimar nuestras emociones, no a quedarnos enredados en ellas.  A veces estamos tan distraídos que no escuchamos lo esencial, sino que nos llenamos de ruido.

Estamos cada vez más invadidos por los ruidos, altisonantes, chillones, estridentes, pero también los hábilmente disfrazados con palabras que nos manipulan, si lo permitimos. Es necesario aprender a discernir sobre lo que precisamos escuchar, lo fundamental para centrarnos y crecer, así como también sobre aquello sobrante, innecesario, que nos impide evolucionar. ¡Filtremos, atendamos a los sonidos primordiales!

@edoxvargas