Iniciamos el 2022 con una serie de medidas sorprendentes y asombrosas, presentadas en medio de una situación bastante inquietante por diferentes motivos, como el económico, la salud, la educación presencial, todos heredados de la pandemia que tanto dolor, tristeza y desazón nos ha traído y sigue amenazándonos ahora con el ómicron, que parece no querernos soltar.
Entendemos que existen realidades que no dan espera y deben tomarse determinaciones urgentes, algunas impopulares, pero lo más importante es el análisis y planeación para su desarrollo, pues entre esas estrategias está la ambientación y socialización de las medidas en los diferentes núcleos urbanos. Hacemos referencia especial al pico y placa impuesto por la administración bogotana, con un cubrimiento extendido a todo el día.
Esta decisión daría espacio para un largo debate, pues su implementación trae contratiempos a muchas personas que agradecerían altamente ser escuchadas en sus infortunios, generados por el pico y placa diario, especialmente ente la postura un poco impositiva y desobligante de la Señora alcaldesa frente a las sugerencias y quejas de la ciudadanía. Que el tráfico en Bogotá es caótico nadie lo niega y la urgencia de encausarlo es sentida, pero no solo guardando los carros se soluciona la problemática, tenemos otros frentes que atender como los peatones, las bicicletas, las motos y la delincuencia que hace presencia en todas las rutas que cubre la malla vial.
La Administración invoca como subterfugio, el cúmulo de obras viales que se están desarrollando a lo largo y ancho de la ciudad, razón valedera para tener trancones y contratiempo, como desvíos y alteraciones en las vías, inevitables en el desarrollo de las obras. Todo esto se habría evitado con una buena planeación, no era inteligente acumular estas actividades de mantenimiento y reparación para un solo semestre o año, suponemos que la administración y secretaria de transito no descubrieron el problema a fines el año pasado, luego nos faltó como lo venimos diciendo planeación.
Pero concentrémonos en los pedidos ciudadanos no atendidos por dar prioridad al pico y placa diario. Tenemos el desgreño con los ciclistas, no respetan las vías, ni las normas, el desorden y atropello de los motociclistas. Los unos y los otros necesitan control venido de las autoridades del ramo. El transporte público es un caos, no podemos bajar del carro a los ciudadanos para montarlos en un transporte publico vergonzante, añadiendo la amenaza de inseguridad generada por bandas delincuenciales, que atentan contra los ciudadanos a lo largo de los recorridos, que cubren los diferentes medios de transporte público.
Hay razón para pedir ajustes en la norma, la sugerencia se dirige a controlar más los usuarios y retornar a la estrategia de pico y placa por horas, que la ciudad ya había aprendido a manejar.