Algunos comentaristas lo han escrito y en redes sociales proliferan malos augurios: la democracia, si no se le hace mantenimiento, se daña. Nuestro buen gobierno está acorralado por el Covid-19 (que se tiró la economía), por el narcotráfico, las guerrillas y bacrim de todos los pelambres -que ya hacen rebrotar las masacres- y por la violencia callejera, todo lo cual sigue convirtiendo a nuestro país en un lamentable caso de policía.
La respuesta del gobierno ha sido diplomática -no otra cosa puede esperarse de un Mindefensa llegado de la Cancillería-y se limita a dar golpes aislados de inteligencia contra cabecillas de la insurgencia y de las bacrim, pero ojo que con el negocio ilícito más lucrativo ocurre lo mismo que con la “Hidra de Lerna” de la mitología griega: le cortan una cabeza y le salen dos.
Con paños de agua tibia no se controla el narcotráfico -cuya área de siembra ronda las 160 mil hectáreas- ni menos exponiendo a nuestros humildes e inermes soldados a una erradicación manual que este año deja 70 heridos, la mayoría mutilados por minas quiebrapatas, y 13 fallecidos. La Corte Constitucional, por sentencia T-236 de 2017, frenó la aspersión aérea con glifosato hasta garantizar el derecho a la salud y de telón de fondo aparece el Acuerdo Farc - Santos, que “ordena” priorizar la sustitución voluntaria y manual de cultivos lo que, claro, es lo que más coincide con los intereses de la guerrillerada, que sigue (en cuerpo ajeno, las disidencias salidas de sus entrañas) narcotraficando.
La sustitución de cultivos, el desarrollo social y una mayor presencia del Estado en zonas focales del cultivo suenan muy bonito. Pero ello puede llevar años, lustros quizás, ¿y mientras tanto qué? Si el temor es a que el glifosato derive en cáncer para algunos seres humanos, pues ya sabemos cuál es el peor cáncer: la coca, cuyo sicariato abarca el 52.6% de todos los homicidios del país, contabilizando 17 diarios y que el año pasado cobró la vida de 6.466 ciudadanos y en 2019 la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes dijo que el 33% de los homicidios mundiales ocurrieron en América Latina y el Caribe y en lo que va corrido de este año 190 personas han sido asesinadas en 47 masacres.
Si no se actúa con vehemencia y oportunidad, el país se hace inviable, la democracia se desvanece y el descontento puede llevar a la gente inocente y exasperada a elegir a la extrema izquierda, que sí sabe para qué es el poder -no lo entrega jamás- y sí sabe canalizar el desespero colectivo, pues además tiene la habilidad de arroparse en las banderas del ambientalismo, la inclusión social, los indígenas, el sindicalismo, de los maestros (con una Fecode mamerta a reventar), de los estudiantes y -qué tal- se quieren apoderar de las causas de la justicia, de los derechos humanos y de la anticorrupción...
Post-it. Algo curioso ocurre en el set de Noticias Caracol TV: ahora se llaman “compañeros”. Cuidado con caer en el lapsus “adelante, camarada”. De todo se ve en la viña del Señor.