La democracia es un juego de ideas puestas en el corazón y opinión de la gente. Ideas que gustan a unos y rechazan los otros. El presidente saliente Juan Manuel Santos se hizo célebre por atreverse a realizar un acuerdo de paz con las Farc, grupo guerrillero criminal y narcotraficante que azotó al país durante mas de 50 años. Nadie lo eligió para eso, lo contrario, fue más bien para continuar con la política de Seguridad Democrática del expresidente Álvaro Uribe. Pero Santos dio un giro de 180 grados y buscó infatigablemente desarmar y desmovilizar a esos criminales. Finalmente se salió con la suya y los puso en el Congreso de la República. Desde luego, para iniciarlos, les regaló 10 curules, los indultó prácticamente, les creó un partido político y sin un día de cárcel los incrustó en la vida pública activa.
Los colombianos llevamos seis años seguidos con el mismo tema que le valió el premio Nobel de Paz, pero no hemos visto la paz por ningún lado, pues más de la mitad de reinsertados han vuelto a reincidir regresando a las actividades ilegales, bien en las llamadas disidencias de las Farc o incorporándose en el Eln o cualquier banda criminal. Más de la mitad de la población colombiana no cree en la paz ni en las estadísticas de salida que dio el gobierno Santos.
El pasado 7 de agosto tomó posesión el nuevo presidente Iván Duque quién con un magnífico discurso, coherente, concreto y propositivo, mostró la cara nueva de Colombia. Sorprendió su erudición y dicción, el tono de su voz, la intención y firmeza. Se notaba sinceridad y seguridad de lo que decía, tiene el país en la cabeza, no se le escapó ningún tema en los 52 minutos de alocución. Creo que con ese debut muchos colombianos que dudaban de él cambiaron de opinión.
Desde luego que recibe un país inviable, sobre endeudado, con enorme déficit social, sin paz, sin justicia, sobrecargado de impuestos y gran aparato burocrático, tal como lo expresó el senador Ernesto Macías, presidente del Congreso, pero el presidente Duque ha dicho que gobernará sin odios, ni rencores ni retrovisores, buscará unir al país, respetará a la oposición dándole plenas garantías, pero con la verdad. La muestra fueron las 33 marchas de protesta a nivel nacional convocadas por el candidato perdedor senador Petro, todo un fracaso, lánguidas y escuálidas. Mientras el joven Presidente Duque tenía al país maravillado escuchándolo en su amplio conocimiento del país y sus nobles deseos.
Iván Duque será el protagonista del renacimiento de nuestra nación, su gabinete paritario, de ministros serios y eficaces, serán determinantes en los resultados de la gestión. Debemos creer en sus buenas y nobles intenciones, pero más en su capacidad de sintonía con el pueblo colombiano y su sensibilidad social. Un hombre creyente, pues en su discurso agradeció a Dios y terminó encomendándose a Él.