“¡Sube más alto!” es voz que se da al altruista escalador en cualquiera de las empresas humanas, voz que se ha de repetir a quienes nos empeñáramos en “”, entre las cuales las espirituales están en primera línea. En estas mis columnas ya nos hemos elevado a la máxima altura como es el mismo Dios, pero, siguiendo en maravillosas altitudes, tenemos infinidad de temas cuyo acercamiento da agradable ampliación a nuestros conocimientos, y gozo de navegar en un mar de magnificas realidades.
Asistidos por la Iglesia, madre y maestra de los pueblos, en torno a la Virgen María, Madre del divino Redentor y madre nuestra, somos invitados a cultivar una práctica piadosa que eleva nuestra fe cristiana relacionada con la misma Virgen, con su divino Hijo y con Espíritu Santo: El Santo Rosario. Fueron, Sto. Domingo de Guzmán (1122 a 1175) y S. Raimundo de Peñafort (1175 a 1272), fundadores y miembros de la Orden Dominica, quienes difundieron más intensamente el rezo de esta plegaria, compuesta de 50 Aves Marías, 5 Padres Nuestros y 5 invocaciones a las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad. Se utiliza una cadena de granos para llevar las cuentas, que “La camándula” evoca serie de “rosas” de amor y de confianza.
Gran impulso al rezo del Sto. Rosario vino desde el Papa S. Pio V (Antonio Ghislieri), quien, con su rezo por las calles de Roma, apoyó el triunfo sobre los musulmanes en la Batalla de Lepanto, el 07-10-1571, y quien enriqueció con indulgencias esta práctica piadosa. Más adelante los Papas han emitido documentos con estímulo al rezo de él, como León XII (1827), S. Paulo VI (1974), San Juan Pablo II (2002), y Francisco. Desde el inicio de esta santa práctica, hacia 1150, se mantuvo la distribución en tres partes: Misterios Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. Fuel el 16-10-2002, cuando el Papa S. Juan Pablo II, profundamente devoto de María Stma., agregó otra parte de Misterios, los Luminosos, con una precisión que todos los Misterios del Rosario van en pos de Jesús, divino Redentor, ante el cual es la principal intercesora su Madre la Virgen María.
Al rezo piadoso del Santo Rosario en familia, son millones de hogares los que atribuyen la unidad de ellos, el excelente trato entre todos sus miembros, la afortunada organización de cada uno de sus hijos e hijas al hacerse su futuro, la providencia visible en tantos aspectos del propio Jesús, de María Santísima, y de S. José, solícito padre de la Sagrada Familia y de los hogares que piadosamente los invocan.
Los veinte Misterios, en los que se reflexiona a lo largo de sus cuatro partes, así como las insuperables oraciones que lo componen, son cátedra de grandes verdades base de una fe profunda que lleva a una piedad bien cimentada y orientadora de vivido y confortante cristianismo. Hermoso el testimonio de un buen padre de familia, a quien le preguntaban por sus éxitos personales y familiares, y, sacando de su bolsillo la camándula, como llamamos en Colombia la cadena de granos para llevar la cuenta de las Aves Marías, ponía de manifiesto el rezo diario del Rosario, diciendo que todo se debía: “al pasar diariamente estas pepitas”.
*Obispo Emérito de Garzón
Email: monlibardoramirez@hotmail.com