El sentido de la vida | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Octubre de 2022

Justo por estos días que se celebra el día mundial de los Cuidados Paliativos y Hospice como cada año, las personas que nos dedicamos a este tipo de cuidados generamos espacios para conmemorar las vidas que parten y nos dejan múltiples enseñanzas, por eso este año celebramos alrededor del lema “Sanando Corazones y Comunidades”.

Sanar corazones tiene que ver con el objetivo máximo de los Cuidados Paliativos y Hospice que es centrarse en que las personas que padecen enfermedades en terminalidad y sus familias, puedan dejar a un lado la enfermedad y centrarse en el amor, en reparar vínculos con sus seres queridos, en dejar huella y en sanar más que en curar, eso quiere decir, cerrar ciclos y dar espacio a las despedidas y a partir de este mundo con la mayor tranquilidad posible. Este año se quiere despertar en la comunidad ese espíritu de servicio al otro que sufre e involucrar a los individuos que la conforman, cada vez más en estos cuidados compasivos.

Participando en estos eventos de conmemoración entendí que uno de los mayores aportes a la sociedad de este tipo de cuidados es fortalecer el cultivo de la espiritualidad en los seres humanos, quizás en el momento más trascendental e importante de la vida, el momento de la muerte. Muchas veces cuando nos vemos de cara a la posibilidad de morir por una enfermedad que amenaza gravemente nuestra vida, surge de nosotros esa necesidad de encontrarle el sentido a nuestra vida, ese ¿para qué estoy vivo?  Esto nos lleva a buscar en nuestras creencias, experiencias y en lo que somos como humanos.

Pero ¿qué es la espiritualidad? Pues bien, esta se refiere al espíritu y a la vida, por esta razón, se entiende como espiritualidad como aquella experiencia interior, que se construye, que se gestiona y que se cultiva. Es todo aquello que nos lleva a mirar hacia adentro y encontrarnos con lo que verdaderamente somos, con nuestra humanidad, con nuestra sensibilidad, con esa llama interior que jamás se extingue y que nos hace sentir más vivos que nunca. Por esta razón, a través de la espiritualidad podemos encontrar la paz interior, la serenidad, el sosiego, la tranquilidad y la aceptación de la realidad.

Cuando cultivamos nuestra vida espiritual o espiritualidad y la fortalecemos día a día, sobrellevar la adversidad es mucho más sencillo, tal vez se sufre menos, de pronto encontramos más fácil la resiliencia y cuando estamos atravesando por una enfermedad terminal podemos llegar a dignificar la vida, dejar huella y recibir la muerte con mayor tranquilidad y paz. Me pregunto entonces si cada uno de nosotros nos preocupáramos más por cultivar nuestra espiritualidad y encontráramos el mayor valor que tenemos como seres humanos y lo pusiéramos en práctica para el servicio a los demás. La única respuesta que se me viene a la cabeza es que viviríamos una vida más plena, feliz y con un sentido especial de nuestra existencia.

Por lo anterior, mi invitación es a que nos demos un momento diariamente para reflexionar sobre el para qué de nuestras vidas, para mirar hacia adentro y descubrir lo que realmente somos como humanos, lo que nos lleva a trascender en la vida y así podamos mantener nuestra luz interior cada vez más encendida para los demás y encontremos un real sentido a nuestras vidas.