El talante conservador | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Octubre de 2019

Durante los días jueves y viernes de esta semana el Partido Conservador Colombiano celebró sus ciento setenta años de vida al servicio de Colombia. Si bien hay que reconocerlo, dolorosamente, la actual colectividad no es ni la sombra de que fue en sus mejores tiempos. Su contribución, sin embargo, ha sido enorme y determinante en la consolidación de nuestra vida democrática.
Sus orígenes colocan a Don Mariano Ospina Rodríguez como el gran fundador, si bien su doctrina y sus principios seculares se identifican desde los tiempos del Libertador Simón Bolívar. Grandes hombres han trazado su ruta: Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro, Rafael Reyes, Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez, Álvaro Gómez y Misael Pastrana Borrero. Desde siempre ha sido el gran defensor de la Iglesia Católica, a diferencia del Liberalismo que ha abogado por la separación de poderes.
"Ser conservador imprime carácter " solía decir Álvaro Gómez Hurtado y precisaba: "El partido ha sido más concepción del mundo que partido. En ocasiones no ha sido sino un mero talante".  La historia nos cuenta que así ocurrió a la muerte de Bolívar. Nada sobrevivió como organización sino como una serie de ideas y conductas de un grupo de sus amigos. Pero, como decía Álvaro, el talante es el que ha prevalecido.
El siglo XX fue el gran campo de batalla de esos dos partidos. Incluso con graves consecuencias para la convivencia y el orden público. Durante gran parte de esos años se vivió “la violencia", un enfrentamiento que arrasó campos y poblaciones hasta la firma del llamado "Frente Nacional". Calificada por alguno como "La Manguala", sirvió, empero, para desarmar los espíritus y atemperar los ánimos sectarios, especialmente en el campo. Así como el conservatismo fue un bastión de esa concordia, en los años posteriores se ha visto muy disminuido hasta el punto que la nueva derecha la encarna el Centro Democrático, una colectividad que con el expresidente Alvar Uribe su mentor, copa todos los espacios. El liberalismo ha corrido la misma suerte de los azules.
Así, pues, en este nuevo aniversario no es mucho lo que se pueda celebrar. El partido ha sido desde su nacimiento guiado por grandes caudillos que hoy, sinceramente, brillan por su ausencia. Tristemente su nombre solo sirve para apellidar empresas electorales de poco aliento y que obedecen personales intereses. Los esfuerzos de sus actuales directivas son muy loables pero nos tememos que sean un poco estériles.
Lo triste y curioso de esta situación es que esto acontece en momentos en que en el mundo entero parece proyectarse un renacimiento del conservatismo. Esto ocurre en los Estados Unidos y en Europa y en no pocos países latinoamericanos. A tal punto que en nuestro país la figura presidencial de Iván Duque, un liberal de origen, se proyecta muy pero muy conservadora.
Adenda
Confiemos en que Carlos Fernando Galán sea el próximo alcalde de Bogotá. La ciudad necesita con urgencia que le devuelvan su seguridad.