“Sin él -y con nadie- habrá paz por allá”
Una mañana transparente y cálida, como las de acá estos días, pero hace una década, lo conocí cuando nos invitaron a presenciar una sesión ordinaria de la Knesset, parlamento israelí, en el corazón de ciudad sagrada para judíos y palestinos: Jerusalén. El ex Premier fungía entonces como senador. Su presencia era imponente: participativo y elegante, se le veía asediado por un séquito de ciudadanos que acá llamarían lagartos y allá también (pero en hebreo) gente que lo admiraba y le cepillaba el saco, no solo por haber sido Primer Ministro (PM), por seguir siendo senador, por ser el presidente del derechista partido Likud -fundado por Menachem Begin y Ariel Sharon en el 73- pero, sobre todo, porque todos leían en su aureola que iba a regresar al gobierno muy pronto.
Nuestro Benjamín -“Bibi”, como le decimos en confianza-, fue importante actor en la rutilante Guerra de los Seis Días, del 67, en que el Tsahal se tragó el Sinaí egipcio, la franja de Gaza, Cisjordania, la ciudad antigua de Jerusalén, con el Muro de los Lamentos de joya de la corona y los Altos del Golán sirios;, y en otras tantas refriegas épicas que espantaron a los árabes, incluyendo la del Yom Kipur del 73; después, colgando varias medallas al mérito militar, fue a graduarse de arquitecto en USA y estudió Ciencia Política y Finanzas el MIT, llegando a ser partner del senador y precandidato republicano Mitt Romney en el Boston Consulting Group, cosa que no hace ningún perico de los palotes. Se le reconoce, además, por ser el hermano de Yonatan, quien lideró y fue el único muerto de la emblemática Operación Entebbe, protagonizada por fuerza combinada de ejército e inteligencia, en el 76, cuando rescataron a los rehenes de un Air France secuestrado en vuelo Atenas-París, y que mantenían en tierra ugandesa del gorila Amín Dadá los terroristas palestinos en compañía de un escuadrón de Baader-Meinhoff.
Ganó las elecciones del 96. Años más tarde regresó como ministro de todas las carteras y en tiempos de Sharon discrepó por la generosidad de éste al desconectarse de la Franja de Gaza -como cuota perdida de paz- que ahora está en poder del grupo terrorista Hamás. Cuando Sharon decidió fundar el partido Kadima, en 2006, Netanyahu quedó liderando el Likud. Regresó al poder en 2009 tras una elección que ganó la carismática canciller Tzipi Livni, a la cabeza del Kadima, luego de la renuncia de Ehud Ólmert a su cargo de PM, ahora condenado por corrupción; pero Livni, quien ostentara efímeramente tal cargo en condición de designada fue, tras su victoria, incapaz de formar gobierno y en cambio “Bibi” sí pudo hacerlo, lleva tres períodos en seguidilla y aspira a uno más. Pero se ha quedado sin oxígeno y el naipe se barajará de nuevo en septiembre cuando se celebren elecciones parlamentarias, mientras la Fiscalía le tiene sus buenos guardados.
Hombre brillante, afín con el desarrollismo de Álvaro Gómez, Reagan y Thatcher, frente al tema de los acuerdos es inflexible. Es el Dr. No: no retiro de Altos del Golán, no compartir Jerusalén como capital y no retorno de los palestinos a los territorios ocupados. Sin él -y con nadie- habrá paz por allá.