Hablar del “Trapo rojo” en un periódico de estirpe conservadora se contrapone con la expresión “bandera azul”, que en singular incluye el himno del Partido Conservador. Habitualmente, la expresión “rojos”, muy utilizada en España durante la Guerra Civil de 1936 a 1939, era una expresión de los nacionalistas (léase franquistas) hacia los republicanos, por la pañoleta que anudaban al cuello. Igualmente, los “rojos” eran las expresiones para denotar que un grupo de personas, o una de ellas, era un comunista.
Precisamente en Colombia, un enfrentamiento literario entre un “azul” y un “rojo”, lo publicó el diario “El Tiempo” en octubre de 1943; se trata de “En la soberbia de la espina. Tres sonetos punitivos para Laureano Gómez”, escritos por el chileno Pablo Neruda y publicados posteriormente en sus Obras Completas, tomo IV, pp. 492 a 494.
Aún quedan laureanistas furibundos, lo mismo que Nerudistas rojo escarlata, por eso, no voy a citar aquí esos sonetos venenosos, que llevarán a revivir recuerdos y herir susceptibilidades, en un momento en el cual, como Gustavo Adolfo Bécquer, más bien esperamos que vuelvan “las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar y, otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán”.
Hoy, el “trapo rojo” nos lleva a reflexionar en otro tema cuando lo vemos en puertas y ventanas durante este período de pandemia mundial, pero que siempre permaneció oculto a nuestros ojos: La pobreza de los menos favorecidos, así como la pobreza de las familias vergonzantes.
El uso de un trapo rojo, que hace años anunciaba la existencia de una “fama” o carnicería de barrio, comenzó a viralizarse en las redes sociales y a ser utilizado en algunas ciudades de distintos países del mundo como una forma de notificar que en esa vivienda había algún tipo de necesidad urgente durante la pandemia de coronavirus, como un llamado de auxilio de una comunidad que no tiene vergüenza en decir que tiene hambre y no tiene lo necesario para subsistir ni un solo día.
Sin embargo, por otro lado, están los que por “el qué dirán”, por orgullo, vanidad, apariencia, etc., no pueden colgar el trapo rojo en su puerta o ventana, pero que están pasando serias necesidades en estos días, bien sea porque son trabajadores independientes que dependen de un pago de facturas o cuentas de cobro a 90 o 120 días, pago que no saben si llegará de sus clientes, también con dificultades; o porque se ha perdido el trabajo por alguno de los miembros del hogar que más aportaba, o porque ha habido una reducción del salario, ya que algunas empresas pequeñas han tenido que decir, reciban algo o nada.
Pero, ¿cuál es el problema? Pues que estas familias no están en la mira de los programas de apoyo del Gobierno, por estar en estratos 4, 5 y 6; se les conoce como aquellas que si bien han tenido una estabilidad económica y alguna vez lo tuvieron todo, actualmente no tienen nada y no se atreven a pedir ayuda pues su posición social hace que cause vergüenza dentro de su círculo, por ello viven en una pobreza oculta. Sin saberlo puede ser su primo, su gran amigo, su vecino, la familia del compañero de su hijo del colegio o universidad; ellos no lo dirán, pero Usted debe estar en condición de intuirlo.
Para la solidaridad, recordemos a Pedro Calderón de la Barca: “Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza”.
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