En un Estado de Derecho, las autoridades son indispensables para mantener el orden y proteger a los ciudadanos residentes en Colombia en su vida, honra, bienes, creencias y libertades. La Policía Nacional, especialmente, es un cuerpo armado permanente, de naturaleza civil, cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y las libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz (artículos 2 y 218 de la Constitución Nacional).
Por estas nociones elementales en un Estado democrático no se entiende como pueden pasar los hechos sucedidos en las recientes semanas; el asesinato de un ciudadano por parte de unos agentes de policía en forma alevosa y abusiva; y la balacera frente a la protesta pública por la muerte del primero, que terminó con la vida de otra decena de ciudadanos y dejó también varios centenares de heridos entre civiles y policías. Parecemos un estado de bárbaros.
Con seguridad que los vándalos y los grupos subversivos aprovechan las protestas públicas, para robar, atacar, crear caos y zozobra en la población; pero aunque ello sea así, tales circunstancias no excusan el mal proceder de las autoridades. Un expresidente de la República se preguntaba quién dio la orden de disparar y el Comandante de la Policía contestó que nadie dio esa orden. Pero la realidad es que hubo los disparos, balas perdidas, ciudadanos muertos y heridos, y también policías. En encuentros de policía y ciudadanos no deberían portarse armas de fuego; para contener las protestas desorbitadas están inventados otros sistemas de resistencia y de choque que se emplean en todo el mundo. Un agente de policía armado en una protesta seguramente usará su arma en una situación de pánico o de amenaza y eso es lo que no puede suceder con las fuerzas de policía; esa no es su función.
La policía debe ser una fuerza pública de resistencia y no de ataque. Desde la formación de los policías en las escuelas, hay que revisar en que se está fallando; pues lo que observamos en los últimos días se viene repitiendo, no es la primera vez. Si no hubo orden de disparar, ¿porque dispararon?, ¿para que están entrenados? De la formación de un futuro policía a la de un soldado, debe haber mucho trecho; las funciones no son las mismas; pareciera que quién actuó en la protesta fue una fuerza preparada para la agresión. Hay que buscar correctivos y hacer los cambios que sean necesarios. A lo mejor sea conveniente repensar la ubicación de la Policía en las fuerzas armadas y en el Ministerio de Defensa. En muchos países se encuentra en el Ministerio del Interior o en el de Justicia.
No se trata de atacar la institución, ni desconocer su necesidad en una sociedad, ni su pasado glorioso en mantener el orden entre los colombianos. La revisión que se pide es detectar porque se presentan con frecuencia los excesos que hemos visto y que no deberían presentarse. Hay que poner los correctivos para que la Policía cumpla a cabalidad el papel que le ha asignado la Constitución Nacional.