En 50 días conoceremos los ganadores y perdedores en las elecciones para gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, y como van las cosas, no sabemos si serán en paz o en guerra y si serán ellas o criminales, quienes impongan limpiamente las mayorías.
Hay, según la ministra Gutiérrez, 130 municipios en “alerta roja”, es decir al borde del abismo en materia de orden público. Zonas difíciles de controlar por parte del Estado. Esta sombra que se extiende por amplias regiones pone a pensar a muchos habitantes sobre lo que ocurrirá en las elecciones del 27 de octubre. Hay mafias de narcotraficantes, de políticos y redes de contratistas que quieren afianzarse en sus feudos. Existen invasores de tierras, dueños de siembras ilícitas y minería ilegal, disidencias de la guerrilla, enemigos de la paz y de los acuerdos de La Habana, que torpedean el proceso electoral.
La Fundación Pares denunció la existencia de políticos que “están pagando a criminales para que maten a sus competidores”. Ariel Ávila, director de ese organismo reveló la soledad en que dejó la empresa privada a los políticos. Desde Odebrecht, pocos aportan dinero a las campañas. Han dejado a gran parte de los candidatos en brazos de los ilegales, el narcotráfico y la delincuencia. Ávila advirtió: “si el riesgo es alto para un candidato, se registra el asesinato del contrario”. Increíble: dio a conocer la devaluación del precio del voto. En Córdoba, por ejemplo, hace cuatro años un sufragio valía 140 mil pesos, hoy 50 mil.
El senador Luis Fernando Velasco reveló cómo en el Cauca, su departamento y otras regiones, se falsifican carteles y volantes de los candidatos por parte de sus adversarios, para ponerlos en alto riesgo. A uno de ellos le inventaron una carta en la que decía públicamente que la única opción era la fumigación aérea para acabar con la coca. Ese término “fumigación”, es explosivo en muchas zonas del país, por lo que representa para la salud, la vida y la tranquilidad.
A todo lo anterior se suman los mensajes de odio y polarización; la violación de las normas electorales, como adelantarse a las fechas fijadas para recoger firmas, iniciar campañas y propaganda antes de tiempo.
A través de la televisión el país entero vio con estupor cómo el expresidente Uribe utilizó para hacer política uno de los foros que realiza semanalmente el jefe del Estado. El Senador quería sentar su enérgica protesta por el asesinato de uno de sus candidatos. Era válido que lo hiciera, pero no en un acto oficial del Presidente Duque. Mucho menos para, de paso, lanzar arengas eminentemente políticas, fervientemente aplaudidas por sus súbditos.
Estos son apenas algunos dramáticos casos que llaman a la reflexión, porque los ciudadanos esperan unos comicios diáfanos, imparciales, claros y en paz. Solo así se Construye País.
BLANCO: El duro golpe a las aseguradoras con la reforma a la Contraloría.
NEGRO: Peñalosa insistirá en destruir la reserva Van der Hammen.