Hoy lunes 28 de junio es un día trascendental para mí, pues a las 10:00 a.m., en el Consulado General de España en Bogotá, prestaré juramento de fidelidad a S.M. el rey Felipe VI y a la Constitución Española, todo, gracias al famoso origen sefardita de muchos de quienes tenemos raíces antioqueñas y estamos en los linajes de los Gómez de Castro, o de los Duque de Estrada, Carvajal Hernández (Jaramillo), Sánchez de Torreblanca, Martín de Hernández, López de Restrepo, Ramírez de la Cerda y Ruiz de la Parra, entre otros, que corresponden a los más comunes para el trámite que ya venció por España o que aún puede realizarse por Portugal.
Además de la invaluable gestión que en estos temas ha venido realizando la Academia Colombiana de Genealogía, encabezada por su presidente, el ingeniero Julio César García Vásquez, he recibido la semana anterior un maravilloso libro titulado “Enclave sefardí en el Oriente antioqueño”, del profesor doctor Luis Ociel Castaño Zuluaga, abogado, historiador titulado, magíster en Derecho Procesal y Doctor “Cum Laude” en Derecho por la Universidad de Cantabria y miembro del Instituto Latinoamericano de Historia del Derecho ILAHD y del Instituto Colombiano de Historia del Derecho ICHD, donde tenemos el placer de compartir el diálogo académico.
El libro afloró gracias a la normatividad española, Ley 12 del 24 de junio de 2015, a la que buen número de colombianos aplicaron y ahora lo hacen por Portugal, aunque muchas personas hayan vivido centenariamente de espaldas a su historia y con un manifiesto desinterés por su pasado, no obstante que la mayoría de apellidos característicos de la región antioqueña proceden de judíos y no de godos y cristianos viejos sin tacha alguna, pues la raza paisa no corresponde totalmente a un abolengo visigodo cristiano español, sino a quienes cambiaron su nombre para salvarse de la expulsión consignada en el decreto de la Alhambra por Isabel “La católica” e integrar una sociedad mayoritariamente mestiza amalgamada en la diversidad del negro, el indio, el moro, el judío, el converso o el cristiano, verdades, a veces incómodas y muy opuestas a la “blancura hidalga de la raza antioqueña”, que proclamaban don Tomás Carrasquilla, don Gabriel Arango Mejía o el más xenófobo de los colombianos de todos los tiempos: Don Luis López de Mesa.
El 5 de septiembre de 1499 se promulgó, como lo reseña Castaño Zuluaga, una Real Provisión, condenando a muerte a cualquier judío que se encontrase en la península, con excepción de los que se habían convertido o manifestaban la intención de hacerlo, lo cual ocasionó una diáspora de las comunidades judías de la Península Ibérica – Sefarad.
Así, entonces, para quienes siguen interesados en encontrar sus raíces peninsulares, la obra del profesor Castaño Zuluaga, en más de 220 páginas y numerosa bibliografía primaria, es una buena fuente de información, que se devuelve seis siglos atrás, entre otras, hasta “Don Bueno Abulafi”, nacido alrededor de 1425 y su entronque con Meir ben Todros ha-Leví Abulafia en 1170.