La ciudad del conocimiento
Cuando Gustavo Petro inició su campaña, adherimos a ella editorialmente alegando su respeto por la democracia, su inteligencia, su coherencia, pero sobre todo su visión de futuro. Virtudes todas ellas que quedaron magníficamente plasmadas en su discurso de posesión. Dimensionamiento de su humanismo político, volcado programáticamente a fin de garantizarle la construcción de su bienestar, como seres humanos, a ocho millones de bogotanos ¡ya!
Comenzando por el derecho al agua y a la educación y pasando por el derecho a la vida misma, Petro enfatiza las bondades de la prevención, hasta el punto que declara a la ciudad un territorio libre de armas. Y proclama la revolución educativa mediante la capacidad de pensar, advirtiendo que sólo tendremos una sociedad en paz saltando hacia una sociedad del conocimiento. Una Ciudad de la Paz para ser una Ciudad del Conocimiento.
Para lograrla propone un gran Pacto Ciudadano desde la solidaridad, cuya expresión lustral es el pago disciplinado de los impuestos, única forma para garantizar el bienestar común.
Y esa misión de edificar atención integral para la niñez -salud, educación, nutrición- será pilotaje esencial para potenciar las vidas de trescientos párvulos bogotanos hacia las ventajas del siglo XXI.
Aquí el arquitecto político enfatiza su mensaje: "No hay democracia si hay desigualdad social" y nos recuerda que esa brecha la alimenta una dramática realidad en donde unos pocos saben y otros muchos, muchísimos, ignoran. Devela, entonces, soluciones: esa desigualdad se vence cerrando la "brecha digital”, garantizando el acceso a las TIC - Tecnologías de la Información y las Comunicaciones- y protocolizándolo como un derecho ciudadano. ¿Cómo hacerlo? Llevando la opción de una banda poderosa a todos los lugares públicos, empezando por los colegios. Algo así como una Wifi pública y gratuita. Y, como complemento, pide al Gobierno nacional dotar a la ETB de una licencia de telefonía móvil para poder consolidar ese empeño que, en este caso específico, lo avala la Constitución del 91, de la que es hijo predilecto el nuevo alcalde.
Y remata sesudamente: "La capacidad de pensar tiene que ver con la capacidad de investigar, de innovar, de desarrollar nuestras mentes" y elucubra hasta sobre la necesidad de crear un cluster o centro de investigaciones distrital. "Tenemos que hacer y tener una política pública de innovación tecnológica", porque él sabe que potenciando el aprendizaje y el conocimiento es la única forma de crear valor agregado a la vida ciudadana.
Nos congratulamos inmensamente porque esta ha sido nuestra lucha. Y nos congratulamos doblemente porque para sus elevados propósitos Petro cuenta con dos grandes ases bajo la manga: el ministro de las TIC Diego Molano y su secretario General Eduardo Noriega. Ambos auténticos ejecutivos digitales.
Adenda: Garrafal error español el de Mariano Rajoy al suspender el Ministerio de Ciencia y Tecnología. En épocas de crisis económicas es más importante Silicon Valley que Wall Street.