Hasta dónde se podrá estirar la cuerda sin romperla es tal vez el mayor de los desafíos que ostenta la presidencia de Gustavo Petro todavía dentro de sus primeros cien días de gobierno.
Todas sus promesas y expectativas necesariamente tienen que someterse al principio de escasez, esencia de la labor del economista, como lo es el presidente, que no es otra cosa distinta a admitir que los recursos no son infinitos. Es diciente la expresión de la sabiduría popular cuando responde “hay es escasez de abundancia”.
Una de esas salidas geniales de los niños ilustra metafóricamente el ejemplo, cuando el papá le dice que no puede comprar algo y el hijo le responde que es sencillo pues todo lo soluciona el cajero automático.
El principio se basa en manejar unos recursos que son limitados, cuya disponibilidad determina las decisiones y alternativas para producir o consumir para satisfacer distintas necesidades. La palabra alternativa se convierte en la clave pues implica escoger y priorizar el gasto.
Las personas, familias, empresas o el Estado viven a merced de combinar de la mejor manera posible esos recursos limitados con unas necesidades que tienden a ser ilimitadas. La presión es aún mayor en el entorno actual de carestía o de subida de precios en el mundo en general más las altas expectativas por cumplir.
Se observa claramente que el gobierno se concentra en agotar todas las posibilidades para tener mayores ingresos. Adicional a la reforma tributaria, se propone la adición de 14,3 billones de pesos al presupuesto nacional para el año 2023, presentado por la anterior administración, para completar un monto cercano a los 405,7 billones de pesos, ya aprobado en primer debate.
Se doblaría la inversión en agricultura para la compra de tres millones de hectáreas para cumplir con la llamada reforma rural integral, en palabras del senador Gustavo Bolívar. Y le siguen con cifras que rodean un reparto de un billón de pesos por renglón para los programas de educación, subsidio de energía, nuevo modelo de salud (prevención e infraestructura), agua potable, lucha contra el hambre, inclusión social y unos doscientos mil millones más para cultura.
Si bien se argumenta que la adición es posible por el mejor nivel que se recibe del recaudo de impuestos, por las esperanzas puestas en la reducción de nóminas paralelas y por sumas que no se alcanzaron a ejecutar, se trata de un manejo con pinzas capaz de hacer un balance entre el esfuerzo que se le pide a las empresas y hogares y sus probabilidades. Si sus rentas se limitan, las de la nación caen en idénticas condiciones.
La primera de las disyuntivas es no patear la lonchera en ese universo de propósitos, simplemente porque estos se caen.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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