Cínicamente el presidente Maduro, con rabia y desespero, calificó a Colombia como un estado fallido. Es la típica reacción del ladrón cogido in fraganti que acusa al otro del delito. Es el efecto espejo que sicológicamente enuncia lo que se ve a sí mismo. Eso le pasó a Maduro, su estrés lo llevó a arremeter contra Santos al sentirse “traicionado” por el presidente colombiano por recibir oficialmente en Casa de Nariño a un diputado de la oposición y liderar ante la OEA la desinstitucionalización del gobierno chavista, como denunciar en las Naciones Unidas el peligro de armar a 500 mil civiles para defender la revolución bolivariana, como alarmarse de la situación social.
Pero analizando lo que ese irracional presidente dijo, un estado fallido es cuando se encuentra en incapacidad de gobernar, pierde la autoridad, se le subleva el pueblo, falta de servicios públicos, altísima criminalidad, corrupción alarmante, perdida de los derechos humanos, una inflación galopante, ineficacia administrativa, crecimiento incontrolable de la informalidad, perdida de la separación de poderes, deserción de sus nacionales, escasez de suministros básicos, bajo desempleo, injerencia militar en las decisiones políticas, altísima burocracia, ineficacia judicial, encarcelamiento sistemático de la oposición, ruptura del orden institucional, cierre de los poderes y controles de gobierno, ausencia de garantías a la libertad de expresión, retaliación armada contra la prensa y la población civil, asesinatos a manifestantes, perdida del respaldo internacional e incapacidad de interrelación con otros países de la comunidad internacional, entre otras más.
Entonces la pregunta es ¿Cuál de los dos países está en esa situación? No cabe duda: Venezuela. El afán de sostenerse lleva a ese régimen a cometer cada día más y más barbaridades, un presidente inepto, bruto y pendenciero que pierde todo control y un aparato de gobierno corrupto y asustado que lo sostiene.
En Colombia tampoco es que las cosas se encuentren en su mejor momento, pues el precio que se está pagando por el proceso de paz con las Farc es muy alto, los riesgos parecen ser inminentes, algunas medidas tomadas por el Gobierno generan preocupación e incertidumbre, el enorme desprestigio y desaprobación del Presidente reflejado en las encuestas, la corrupción, la criminalidad, el desempleo y en especial propuestas como la súper corte electoral como un cuarto poder, las enormes prebendas a las Farc profundos animadores y discípulos del castro chavismo y el socialismo del siglo XXI como modelo, mostrarían a Colombia como un estado fallido, aún cuando se goza de enorme prestigio y respaldo internacional, una economía controlada, progreso infraestructural, independencia de poderes y garantías políticas, libertad de prensa, entre muchas otras cosas, que nos diferencian de Venezuela.
Pero hay que poner mucho cuidado de que el remedio no resulte peor que la enfermedad. Ojo a las Farc en política, tienen mucho dinero.