A principios de diciembre salió a la luz pública un proyecto del Honorable Representante a la Cámara, Oscar Hurtado Pérez, que no habíamos podido analizar por la serie de contenidos atinentes a seguridad que han llamado nuestra atención. La verdad no quiero dejar pasar más el tiempo sin tocar el tema, que me parece exótico por decir lo menos.
El Honorable Representante busca, según entrevista publicada en este diario el viernes 15 de los corrientes, minimizar los actos de corrupción y abuso en la Policía Nacional, iniciativa plausible como la que más, pero me da la impresión que el ponente del citado proyecto no se asesoró o indagó al interior de la institución sobre los reglamentos, estatutos, instrucciones y procedimientos que utiliza la policía para enfrentar ese flagelo, que como todos lo sabemos no es exclusivo de la fuerza y, por desgracia, estos los últimos tiempos se ha diseminado en el país, cubriendo diversas instituciones que hoy por hoy luchan contra esta epidemia nacional.
Sería saludable, para conocimiento ciudadano, informar que la Policía cuenta con una política contentiva de correctivos, drásticos e inflexibles, destinados a sancionar este tipo de conductas una vez surtida la correspondiente investigación. Por lo tanto sería aconsejable, antes de adelantar el correspondiente debate, se consultara al Inspector General de la Policía para cruzar información y conocer de primera mano la situación, su dimensión y estrategia utilizada para batallar contra la menciona corrupción. Para nadie es un secreto que los mandos policiales conocen la problemática y está totalmente diagnosticada, es decir, hace mucho tiempo se esta trabajando en esa dirección que conduce a depurar el recurso humano cuando este no ofrece las garantías necesarias para un servicio profesional serio y transparente.
El honorable parlamentario refiere la necesidad de hacer una profunda reforma policial, concepto que genera el mejor reconocimiento hacia el autor, quien demuestra preocupación y afecto por una institución cara a los sentimientos de todo ciudadano, a la cual, con el trascurrir de los años le han salido un sinfín de afectos, proponiendo no solo reformas sino cambio radicales, pero al igual que el tema de la corrupción, es un asunto digno de cuidado y estudio, porque si de reformar una centenaria e histórica organización, cuya tradición ha escrito páginas y fijado hitos de epopeyas, a más de lograr una profesionalización sustentada en la preparación académica de sus hombres y el apoyo tecnológico para su desarrollo, habría de sustentarse en bases sólidas y proyecciones futuras, acordes con el desarrollo del país. Recaigo en la recomendación ya manida, antes del debate sobre el proyecto, es necesario informarnos de la organización actual, los planes, programas y estrategias diseñadas, pues la mayoría son de largo aliento y contemplan ajustes en incorporación, academia y desarrollo general.