Durante su viaje a la República Popular China, Gustavo Petro visitó el mausoleo donde reposan los restos de Mao Tse Tung y le rindió tributo “Tenía quince años cuando leí a Mao, sus cinco tesis filosóficas y sus estudios sobre la contradicción. El fluir de la vida y de la historia. Sembraste ilusiones en la juventud entera del mundo y abriste el camino para que tu pueblo fuera grande en la tierra, comandante. Nosotros vamos en la gran marcha por la vida”, al mandatario colombiano no le bastó con lamentar la caída del muro de Berlín, ni saber que los actuales gobernantes chinos modificaron el sistema comunista autoritario, abrieron la economía de mercado, reconociendo la figura histórica del personaje, sin culto a la personalidad, ni contemporizando con abusos y errores.
Seguramente el presidente de China, ingeniero químico, Xi Jinping no aludirá al homenaje, ni este será motivo de controversia, el pronunciamiento no figura dentro de los acuerdos bilaterales suscritos para fortalecer relaciones, como tampoco se incluye lo referente a modificar la primera línea del proyecto de metro de Bogotá para hacerla elevada y cambiar el diseño del contrato suscrito por la alcaldía y en ejecución con las empresas Harbor Enginnering Company y X´an Rail Troust Group.
Los elogios debilitan cuando son exagerados, Mao fue un bibliotecólogo perteneciente a una familia humilde que terminó convirtiéndose en dirigente supremo del parido comunista, provocó la muerte de millones de sus compatriotas, hambrunas y violación de derechos humanos, derrotó a Chiang Kai-Shek el nacionalista y publicó sus libros rojos, autor de frases como ¨vivir no consiste en respirar sino en hacer,¨ una chispa puede incendiar toda la pradera,¨ ¨revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o elaborar un bordado, no puede ser tan elegante, tan pausada y fina, tan apacible, amable, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, un acto de violencia, todo lo que perjudique la unidad debe quitarse, las exalta el presidente Petro, sin compartirlas las registramos, sirven de fondo al tributo efectuado que, desde luego, no interpreta el sentir de la inmensa mayoría de los colombianos. Me temo que pronto aparezca el elogio a Tutankamón en un futuro desplazamiento.
Carece de lógica, que, en lugar de condenar la acción terrorista de Hamás, un jefe de Estado exalte a Mao y considere importante consignar su admiración por él mientras la situación se complica en regiones del mundo, especialmente con la guerra del señor Putin en Ucrania y el conflicto lamentable de Israel y Palestina.
La visita del presidente Petro a China, de todos modos, sirvió para estrechar vínculos de amistad y de cooperación, quedamos a la espera de conocer los textos de acuerdos en beneficio de nuestras naciones, entender la nueva ruta de la seda es importante y precisar la implementación de convenios en materia económica, de inversión, comercial, tecnológica, ambiental, científica, educativa, tarea prioritaria, con estos propósitos, desde luego, sí estamos de acuerdo.