Acceder al crédito en Colombia se volvió un imposible. Las tasas de interés siguen estando por las nubes. El Banco de la República sigue en su valiente cruzada contra la inflación. Pero como todo en economía, si jalas de un lado de la manta, los pies siempre van a quedar al descubierto.
Cuando los prestamos son muy caros y el dinero escasea entran en escena las redes sociales. Facebook se convirtió en el epicentro de publicaciones que prometen créditos milagrosos con tres promesas, una más peligrosa que la otra: dinero rápido, tasas de interés pequeñas y buen plazo para pagar.
Tres mentiras grandes más que promesas. De hecho, tres mentiras peligrosas. Recientemente se conoció una noticia que parece sacada de una película de ficción. En Bogotá, cayó una mafia china que, según las autoridades, estaría detrás de los préstamos virtuales.
La noticia indica que, estos grupos al margen de la ley completaban la ruta completa: creaban las aplicaciones, lavaban dinero, hacían las publicaciones en Facebook y después extorsionaban a las víctimas sin moverse ni un milímetro de sus casas.
La necesidad de las personas es una de las razones por las que estas mafias tienen éxito. Pero también existe un factor tecnológico: los algoritmos de Facebook. Y acá es donde se complica el asunto. Los algoritmos son muy juiciosos para detectar rápidamente violaciones de derechos de autor, pero no es tan diligentes para identificar esquemas de extorsión en línea.
Seguramente, los usuarios de Facebook sabrán que les llegan decenas de recomendaciones de “prestamos milagrosos” en Reels, Publicaciones o Estados casi que cada minuto. Es por oleadas. Cada tanto, las mafias pagan por esas campañas para llegar a la mayor cantidad de usuarios posible por períodos cortos de tiempo.
El problema es que Facebook no tiene miramientos con sus campañas pagas. Mientras que reciba algún dinero casi que se puede pautar cualquier cosa. Por supuesto, no se detiene a revisar qué hay detrás de esos milagrosos anuncios. Lo más triste es que, la inversión en publicidad que hacen los delincuentes es irrisoria, mientras que las ganancias son, como dicen en el barrio, ´pulpitas’.
Facebook tiene responsabilidad en las empresas que pautan en su plataforma. Y no es una mera cuestión ética o simbólica. Es una cuestión de trazabilidad. La plataforma debe tener una responsabilidad mayor para prevenir que las mafias se apoderen de los espacios y se aprovechen de las debilidades de los usuarios.
Los algoritmos de Facebook son tan potentes que pueden determinar el momento exacto en que un usuario tiene problemas emocionales. Sí, es en serio. Pero esa potencia se ve drásticamente reducida al momento de las publicidades. No importa si detrás de los anuncios pagos haya toda una red transnacional de ‘gota a gotas’, mientras que paguen unos cuántos dólares podrán llegar a la pantalla de millones de personas que no tienen un acceso fácil al crédito.
No está de más volver a recomendar: No se acerquen a esas plataformas de prestamos inmediatos. Ya está más que demostrado que son extorsionistas profesionales. Si tiene la oportunidad, advierta a los amigos y familiares sobre estas plataformas que pueden ser muy violentas.