FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Octubre de 2014

Delaten a Fouché

 

Quienes  no conocen a José Fouché es bueno que lo sepan: es este  un  personaje indigno de la historia. Un arribista francés, nacido el 31 de mayo de 1759, entre marineros y mercaderes, sin nobleza, hipócrita inescrupuloso, saturado de vanidad pero sin orgullo, melindroso e intrigante, abyecto y criminal, responsable de la ruina del emperador Bonaparte y del asesinato del rey Luis XVI, condenado a la guillotina con su voto luego de haber prometido el día anterior implorarle clemencia a Robespierre, a quien quiso conquistar seduciendo a Carlota, su hermana, para abandonarla luego cuando ya no necesitó utilizarla más. Este Ministro de la Policía negoció a espaldas de Napoleón la paz con los ingleses, para beneficio de Luis XVIII,  aprovechando  la confianza  depositada en él.

Con estas estratagemas, este aparecido en la Revolución, pelechando a la sombra de los nobles se convirtió en el Duque de Otranto y murió miserable, pero rico, en 1820  

Muchos copian las lecciones de Maquiavelo y otros nacen con las condiciones inmorales de Fouché; gracias a esa hipocresía pasan inadvertidos hasta cuando la historia los delata.

Víctimas de estos personajes han sido varios que confiados en sus amigos corren con suertes desgraciadas que los arrojan al infortunio. Julio César con Bruto. El Libertador de los desleales “hombres de leyes” que intentaron asesinarlo. Otros, después de los años, descubren haber sido utilizados y engañados y ahora, a estas alturas de la historia, solo les queda la oportunidad de defender por twitter su inocencia, reclamo que nada rectifica después de la vergüenza internacional que la infidelidad causó a Colombia y a su gobierno.

Un pasaje semejante ha vivido Juan Manuel y con oportunidad y franqueza asume el Presidente en el momento su responsabilidad frente a la delación que su acólito indiscreto hace al país de secretos de Estado. Este infidente personaje en nada se distingue de la personalidad fuochoniana; sin embargo, extraña que, como al traidor de Napoleón, antes que retirarlo del gabinete, decida la política honrar al “condottieri” como héroe de la patria o Duque de Otranto, ¡anunciado ya como eventual sucesor de la Corona!

A Fouché lo salvó de una severa condena el hermético archivo que para chantajear guardaba y que se negó a entregar, llegando incluso a burlar las órdenes del Emperador cuando fue destituido del ministerio y nombrado embajador en Roma. Era un archivo de  secretos irrevelables. ¿Cuáles son los secretos que atesora el imprudente ministro Pinzón que sale a revelar la presencia de Timochenko en Cuba y, no obstante el aparente abuso de confianza, ninguna amonestación recibe? ¿Será acaso que es él la cuota de poder del Centro Democrático en esta nueva etapa de gobierno del partido de la U? O es el Botero de Santos? ¿Es posible que tenga el país que esperar otra década para descubrir, como en el caso de “La silla vacía”, que todo se hizo a espaldas del Presidente?