Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 5 de Noviembre de 2014

Acto obsceno

 

Los episodios de la vida cotidiana suelen traducirse en anecdotario  que los cuenteros relatan como una moraleja. Es parte de la cultura popular,  Veamos:   

 Aló, ¿con el CAI? Habla con  una vecina del Edificio Reina Victoria, en Whitechapel

-        ¿Qué se le ofrece?

-        Quiero poner una denuncia.

-        Va a tener que esperar y perdone, pero es que todavía la patrulla tiene que terminar  con la cuota de comparendos.

-        Pero es que mi queja es muy grave.

-       De todas maneras no la podemos atender antes de tres horas porque después tenemos que ir a dejar unos malandros esposados a los urapanes de enfrente a la URI; allí ya no cabe uno más por culpa del paro de jueces y del Inpec; no hay quien expida boletas de libertad. Vamos a terminar cogiéndolos a todos sin que haya quien los suelte.

-       Mire agente…

-      Mayor; Mayor William Coburgo, mi señora

-      Sí mi Mayor, excuse; pero es que es una queja por… me da pena … ¡por actos obscenos…en púuublico!.

-   Ah nooo, mi señora, eso sí es muy grave; hay que darle prioridad. Confírmeme mi señora la dirección (El mayor apunta y se guarda el papelito). Veamos el libro… a ver qué podemos posponer… (Pasa unas páginas). Agente, mire: posponga lo de la niña rociada con ácido y lo de la clínica esa que vendió al recién nacido, y vamos de inmediato a atender un 69.

-  ¿¡En vía pública, mi Mayor!?

-   No sé, hay que investigar, camine rápido; traiga su celular que tiene flash, porque ya está oscuro.

(Los dos corren más o menos una cuadra; el agente corre agarrado del bolillo para que no se le salga, al mejor estilo de sub-intendente. Llegan a un edificio y timbran. El portero los mira).

-   Oigaa, La señora del 601, (mira el papelito) y le dice al portero: - ¿Doña Mira Voyeur Hendija?

El portero piensa un momento - No, debe ser que buscan a la señorita Miranda; sí, aquí vive; ya llamo por el citófono a su apartamento

-  Señorita Miranda, aquí está la autoridad. Dicen que usted los llamó. Ahh … bueno, ya los hago subir. - Que hagan el favor de subir por el ascensor.

(En la puerta,  una señorita de unas 70 primaveras recibe angustiada a la autoridad).

-  -Oh may gar, siquiera que llegaron; es que un señor en el edificio del lado se desnuda frente a la ventana y hace actos obscenos.

-   ¿En qué ventana mi señora? - pregunta el agente.

-   Esa, la última,  la que tiene la luz prendida

-   Pero esa ventana no se alcanza a ver desde aquí.

-   Espere tantito, señor agente y le arrimo una butaca y se  trepa al armario;  desde ahí sí se puede ver perfectamente

-   Tiene usted  razón, es un pervertido… hay que allanarle…  es una flagrancia y  no se requiere permiso del juez. ¡Fin del Acto!