FUAD GONZALO CHACÓN | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Diciembre de 2012

El procurador Ordóñez

 

No les voy a decir mentiras, yo alcancé a pensar que a Alejandro Ordóñez le iba a costar un poco más reelegirse. Pensé que toda la vorágine de quejas contra su enfermiza homofobia, los ríos de tinta que se han escrito contra él por sus cuestionables prácticas clientelistas y la sentencia que le ha castigado por sus deslenguados arrebatos de cruzado lo obligarían a dar una pelea más reñida para repetir cuatrienio.

Alcancé a concebir un Congreso de la República, donde un día de sala plena algún valiente defensor de la ley diría “Señores, ¿qué les parece si sólo por hoy hacemos las cosas bien?”. Mientras todos recapacitaban y escuchaban el grito de rechazo de sus electores. Imaginé que levantaban sus ‘güisquis’ al cielo del Capitolio y gritaban “¡Por la Constitución!” al tiempo que votaban por cualquier otro ternado.

Ochenta votos me aterrizaron de vuelta a la realidad y le sacaron el aire a mi sueño de un país distinto. El resultado final es francamente deprimente: Alejandro Ordóñez, posiblemente el funcionario más cuestionado y polémico con el que nuestra política nacional cuente en su elenco de actores, se quedará en la poltrona de su despacho por 4 años más. Es decir, a Colombia le esperan, como mínimo, 1.460 días de oscuridad por delante.

En términos políticos la cosa es aún peor, pues desde esa noche a nadie le pueden quedar dudas de que el hombre más poderoso de este país no es Juan Manuel Santos, ni Álvaro Uribe Vélez, sino el mismísimo Alejandro Ordóñez.

Desde su cargo de control ha conseguido lo que nadie hasta ahora, pues pudo arrodillar a la Corte Suprema de Justicia, y someter al Senado bajo su voluntad con el miedo de los poderes constitucionales que ostenta. Poderosísima arma con la cual ha pavimentado a golpe de rúbrica su camino a la reelección.

Gran gallardía la de María Mercedes López por renunciar con dignidad antes de prestarse para esta mentira. Por ahora sólo nos queda esperar que Ordóñez siga sacando pecho por sentar en el banquillo a un par de corruptos e inhabilitarlos, mientras la Procuraduría General de la Nación se convierte en la nave nodriza de las sombras en la institucionalidad colombiana.

Ordóñez es un riesgo para la pluralidad y la democracia, y en 4 años estará listo todo su entramado para ir por la joya de la corona: La Presidencia de la República. Cuando eso pase que Dios nos libre de él y por fin cese la horrible noche. Amén.

Obiter Dictum. En abril la popularidad del Presidente se vino en picada, al día siguiente revolcó ministerios y prometió 100.000 casas. En noviembre se le cayó la estantería de nuevo, al día siguiente declaró que no aplicaría el fallo de La Haya. Ya entiendo cuál es el motor que impulsa a este Gobierno.

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