La expectativa que genera el posconflicto en todo el país es amplia y más cuando no se tiene claridad del papel que a cada sector de la vida nacional le corresponderá jugar. Es claro que el compromiso debe ser general e independiente de la decisión del ciudadano en el momento de depositar su voto; pero ante resultado afirmativo, nadie se puede extraer a su responsabilidad, debiendo aportar en la medida de sus capacidades al éxito de una paz sostenible, una vez se apruebe el acuerdo para la terminación del conflicto con las Farc.
Entre esas expectativas está el manejo y futuro de la Fuerza Pública, porque las experiencias de otros países, que han recorrido el mismo camino de las negociaciones con la insurgencia, no son las más halagüeñas y varios estados hoy reconocen errores generados desde la negociación misma, que redundaron en contra de la estabilidad y desarrollo de sus Ejércitos y Fuerzas de Policía. Ante esta incertidumbre, la reserva activa de la Fuerza Pública se manifestó en su momento, recibiendo del gobierno y los negociadores la certidumbre que el futuro de nuestra Fuerza Pública no se negoció en ningún momento, y hemos podido escuchar a los comandantes de Fuerzas Militares y el Director de la Policía, manifestándole al país que sus unidades trabajan denodadamente, en estrategias para apoyar esta etapa tan importante en el futuro patrio. Posición que infunde tranquilidad tanto a los hombres en armas, las reservas, como a la ciudanía en general.
Si, es importante esta claridad, no olvidemos que las responsabilidades futuras preocupan al conglomerado, porque si hablamos de reducción del pie de fuerza, “por tocar un tema”, veremos vulnerado el control territorial, dando posibilidades de organización y actuación a la delincuencia común en todas su gamas, quedando estos sectores desprotegidos y desamparadas las comunidades. La complementación que lograron las Fuerzas Militares y la Policía durante el conflicto fue ejemplar, esa interacción se debe aprovechar y potenciar en bien de la seguridad; improvisar seguridad es muy riesgoso, la experiencia se recoge con muchos años de trabajo, y no podemos desechar hombres curtidos, profesionales y formados en estas lides. Tranquiliza saber que los mandos están diseñando estrategias y tácticas para un futuro país, seguro, organizado y consolidado, por estrategia primaria, no se pueden tocar las plataformas armadas, la lógica recomienda mantener cohesionados los equipos exitosos.
Otro asunto que apunta al mismo tópico tiene que ver con presupuestos para estas instituciones y no es saludable olvidar que el posconflicto trae alcances económicos, políticos y sociales. Seguramente el Gobierno, en su sapiencia, los tiene calculados. Esperamos igual prudencia de cara a la fuerza pública, que debe seguir enfrentando alteraciones del orden nacional y ataques de fuerzas, algunas disidentes y otras renuentes a un diálogo de paz.