Desde 2004, las unidades de élite de los ejércitos del hemisferio se dan cita para ponerse a prueba, para compartir sus avances y para generar conocimiento en defensa de la democracia.
Se trata de los comandos sobre los que reposa buena parte del éxito de 20 países en su lucha contra las amenazas que se ciernen sobre el sistema basado en las libertades públicas e individuales.
Son ocho integrantes por equipo que están dispuestos a dar lo mejor de sí para mantener vigente el esfuerzo colectivo contra el crimen organizado y el terrorismo.
Son las fuerzas de élite que compiten en torno a tareas críticas para demostrar que ninguna organización antisistémica violenta podrá sentirse con las manos libres para socavar lo que tanto ha costado construir en el Continente.
Hace pocos días, la contienda celebrada en Paraguay puso a los hondureños en el primer lugar, seguidos por los colombianos y con los Estados Unidos en el tercer puesto.
Jóvenes arrojados que están dispuestos a dar su vida por la de cada ciudadano, enfrentaron pruebas que llevan el esfuerzo humano al paroxismo, nutriendo así el mito de que los comandos son verdaderamente invencibles.
Bajo el lema de “La fuerza que nos une”, cada equipo tuvo que superar desafíos que rememoran la lucha contra la hidra de Lerna, empezando por la estresante marcha de 20 kilómetros a campo traviesa y canícula desesperante, llevando a cuestas una mochila de 30 kilogramos y sobrepasando toda suerte de ejercicios acuáticos y obstáculos inesperados.
Unificando fortaleza física y entereza síquica, cada equipo sorteó asalto combinado, indicadores de máximo estrés y, por supuesto, la prueba a distancia desconocida para francotiradores.
Con ocho triunfos anuales a cuestas, el Cecoes colombiano, que contó con la presencia de su propio comandante, comenzó en el octavo lugar, pasó luego al tercero en el segundo día y, mejorando en cada jornada, llegó al segundo puesto con 2875 puntos, 140 por encima de los norteamericanos y a solo 20 de los hondureños, que en esta ocasión se llevaron el trofeo.
Durante la ceremonia de premiación, les decimos que ellos no son solo combatientes y defensores de la libertad. Les decimos que son un símbolo con el que cada colombiano de bien se identifica. Un ejemplo a seguir.
Un modelo para centenares de jóvenes que se identifican con la tenacidad, la voluntad y la fortaleza proverbial de las fuerzas especiales.