Día a día Colombia abre los ojos en medio del mayor desconcierto frente a cada medida, propuesta, proyecto o decisión del actual gobierno. Duque llegó con una abundante votación, pero sus adversarios también colocaron un respetable número de sufragios. Esa gran votación para lado y lado, fue estimulada por votantes en contra. Contra Uribe, contra Petro.
Colombia necesita que a Duque le vaya bien, que despeje el pesimismo. Que no insista en un Plan Nacional de Desarrollo que elimina subsidios a los pobres, que aporte los dineros que necesita la paz. Una decisión gubernamental que elimine las armas que seguramente quedarán en manos del paramilitarismo.
El Presidente durante su campaña descartó cualquier resquebrajamiento de la paz, pero ahora pulla a la JEP. Su mininterior espera que su jefe objete la Ley Estatutaria que la rige, para dar el peligroso paso hacia las trizas que nos devolverá otra guerra de cincuenta años.
Prudente y a veces irreflexivo, había permanecido el senador Uribe. Impuso sus ministros clave, para el manejo del Estado y sin pudor acaba de dar el zarpazo, el batacazo, para revivir su seguridad democrática que tantos traumas ocasionó a una Colombia sedienta y ávida de paz. Es un reencauche fortalecido para acabar con lo que se ha logrado en convivencia y para regresar a los falsos positivos, el paramilitarismo y usurpación de tierras y bienes.
Revive las convivir y crea para ello un millón de cooperantes (sapos). Un enjambre de “ojos y orejas” muy utilizados por las dictaduras centroamericanas para apoderarse a sangre y fuego de gobiernos.
Con estos se conformarán ejércitos de soplones que sembrarán el terror entre la ciudanía. Impedirán cualquier crítica al gobierno, eliminarán la libertad de prensa y sistematizarán la amenaza y la extorsión. “Mi silencio tiene precio”, dirán a los ciudadanos. Acabarán con la privacidad y nos conducirán a una república de pánico, pavor y espanto.
El senador no le perdona a este país, a la justicia y a cierta clase política, haberle derrotado su afán de reelegirse por segunda vez.
Toda esa millonada que se destinará a los “cooperantes”, encausarse debería a educar a nuestra sociedad, desde los hogares y escuelas, para alcanzar el respeto por la ley, la justicia y la política bien entendida. Así se forma país, así se forma patria, así se forma estado, así se eliminan los odios y la polarización.
El Presidente Duque tiene en sus manos la única manera de devolver a esta Colombia una paz estable y duradera y el respeto a los entes de poder, siempre y cuando haya contrapesos, no como ahora que se quiere eliminar a Planeación Nacional y entregar el manejo “mermeládico” de todo el presupuesto nacional a un ministro de hacienda que aún no ha despejado muchas dudas sobre sus actuaciones anteriores. Hay tiempo, señor Presidente, para evitar la funesta regresión.
BLANCO: El freno a Peñalosa para vender la ETB.
NEGRO: El Plan Nacional de Desarrollo que deja a la vicepresidenta casi sin funciones.