En diciembre del 2020, Croacia legisló para atraer a los “nómadas digitales” extranjeros a su territorio. Cualquier ciudadano de un país que no sea miembro de la Unión Europea pero que pueda ingresar a Croacia sin visa -los colombianos cumplen este requisito- puede presentar una solicitud para obtener un permiso de residencia válido durante un año, siempre y cuando demuestre que trabaja a distancia, ya sea como empleado o para una empresa propia registrada en el exterior.
El primer ministro Andrej Plenkovic decidió implementar la medida porque buscaba atraer turistas a Croacia durante todo el año, no sólo durante la temporada alta del verano. Según la página web Euronews, su gobierno considera que los extranjeros con destreza tecnológica representan “un beneficio para la economía local como consumidores de bienes y servicios, incluyendo las villas y apartamentos de turismo que suelen permanecer vacíos durante los meses de invierno”.
El nuevo permiso de residencia no le permite al nómada digital emplearse directamente en Croacia, o inclusive prestarle servicios a una empresa nacional. Sin embargo, otras ventajas contrarrestan dichas restricciones. Por ejemplo, los beneficiarios del nuevo esquema de residencia, el cual es válido inicialmente durante un año, están del todo exentos de los impuestos sobre la renta.
Aparte de Croacia, varios países, tanto en Europa como en otros continentes, han implementado normas similares para beneficiarse del auge del teletrabajo. Matthew Karsten, autor de un blog acerca del nomadismo digital, cita al tecnólogo japonés Tsugio Makimoto, quien predijo hace más de dos décadas que los países competirían para atraer a los miembros de avanzada de la nueva economía.
Jorge Luis Borges se describió a sí mismo como “un cosmopolita que atraviesa fronteras porque no le gustan”. Cada día es más factible realizar este ideal, pero todavía hay países que se rehúsan a aceptar la realidad económica. Uno de ellos es Colombia, donde sucesivos gobiernos han mantenido normas migratorias inflexibles y bizantinas pese a la necesidad de atraer el conocimiento, la inversión y la capacidad de consumo de los nómadas digitales.
Por otro lado, los gobiernos colombianos legislan como si sus ciudadanos más capacitados no tuvieran otra opción aparte de someterse a sus absurdas imposiciones, sobre todo en materia tributaria. Si, en términos colbertistas, el gobierno tiene la capacidad de desplumar al ganso con toda la violencia que ejerce el aparato estatal, no puede impedir, como dijo Enrique Peñalosa, “que los que tienen capital se vayan y se lleven los recursos que pueden generar empleo y desarrollo (e impuestos) a otros países”.
Si esa es la nueva faceta de Peñalosa- no la del creador del pico y placa y otras medidas autoritarias y contraproducentes de estatismo urbanista- sería necesario apoyar su aspiración a la presidencia. Las diferencias entre el Centro Democrático y el Polo Democrático resultaron ser ínfimas. El exalcalde de Bogotá parece ser el único candidato que entiende que, en cualquier momento, el ganso puede salir volando.