Cualquier ciudadano, regido por la Constitución Colombiana, tendrá siempre la garantía de que todos sus derechos serán cumplidos y respetados.
Así lo contempla el artículo 2: “Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución, facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan……”
Contempla también la Constitución el derecho fundamental a la educación, estableciendo que será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos.
La Corte Constitucional ha amparado en diversas sentencias el derecho a la educación, como es el caso, entre otras la sentencia T-646/11, en la que se reconoce que este es un derecho constitucional que está amparado por tratados y organizaciones internacionales.
Si examinamos con detenimiento la aplicación de este mandato constitucional, podríamos afirmar que es el fundamento para que exista una sociedad y una familia ejemplar.
Para nadie es un secreto que existen universidades que brindan una educación de alta calidad, como la Nacional, la Pedagógica, Distrital, donde el valor de las matrículas es muy económico, a diferencia de otras universidades de carácter privado, que tienen un alto grado académico, pero solo pueden ingresar a ellas quienes posean cuentas bancarias abundantes.
Importante reconocer que la Universidad Nacional de Colombia, siendo una institución pública, cuenta entre sus egresados profesionales que son orgullo de nuestro país, por su preparación e inteligencia.
A diferencia de las universidades de carácter privado, en las públicas es donde más se dan las protestas sociales en las calles, protestas que garantiza la constitución, estableciendo que el pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente.
Desde luego que cuando hay protestas, cesan las clases, ignorando que se producen pérdidas cuantiosas.
Recordemos la advertencia de la rectora de la Universidad Nacional de Colombia, profesora Dolly Montoya: “llamando la atención sobre la gravedad del problema de mantener el cese de actividades en las sedes de la Universidad, con pérdidas en funcionamiento que superan los 2.000 millones de pesos diarios y el efecto social que esto implica. La Institución cuenta con profesionales ocasionales a quienes se les debe suspender el contrato, 7.000 estudiantes que han ingresado y pasado el examen de admisión que no podrían ingresar y 6.000 estudiantes próximos a graduarse que no podrían hacerlo”.
Lo registra muy bien la fábula de Samaniego: “Érase una gallina que ponía un huevo de oro cada día/ Aun con tanta ganancia malo contento quiso el rico avariento/ descubrir de una vez la mina de oro y hallar en menos tiempo más tesoro/ Matóla, abrióle el vientre de contado/ pero después de haberla registrado ¿qué sucedió?/, que muerta la gallina perdió su huevo de oro y no halló mina.
¿Será que algunos jóvenes, quienes tienen el privilegio de disfrutar de una educación casi gratuita, pensarán que las protestas sociales también están llenas de oro?