GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Febrero de 2012

Ciclovías, Mondoñedo y La Calera

Muchos temas trae esta semana, todos basados en el acontecer patrio, pero ante el pedido de varios amigos y algunos lectores, dirijo mi atención a este problema del cual ya en otras oportunidades me había ocupado.
En verdad esta situación no puede continuar y las autoridades de movilidad van a tener que poner mayor cuidado, pues sólo las personas obligadas a transitar estas vías por una u otra razón, conocen la gravedad del problema y los grandes riesgos que se corren con la presencia de los ciclistas en ciertas rutas aledañas a la capital, utilizadas especialmente los fines de semana por numerosos grupos de aficionados. No tengo nada en contra de ese deporte, al contrario, admiro mucho sus seguidores y tengo amistad personal con varias glorias de esta disciplina que tanto nombre ha dado al país, pero como he sufrido en carne propia el inconveniente y son de conocimiento público las situaciones incómodas sufridas en las carreteras por los conductores, voy a llover sobre mojado para recordar el problema.
Las carreteras que conducen de Bogotá a Mondoñedo, La Calera o El Vino, los fines de semana se ven invadidas por grupos de amigos dedicados al ciclismo, los que ocupan las vías invadiendo totalmente los carriles, y en su lucha por coronar retos acordados con otros participantes, efectúan toda clase de maniobras arriesgando su vida y a la vez comprometen a los motoristas usuarios de estas rutas. Es una pena asistir al espectáculo, quienes conducen los vehículos tratan de molestar lo menos posible a tan audaces deportistas y buscan sobrepasarlos en lugares y momentos lo más prudentes posibles, pero estos amigos de la cicla no colaboran, sintiéndose dueños y señores de la calzada, generando situaciones bochornosas, pues si les pitan se ofenden, si los sobrepasan se ofenden, si les piden vía se ofenden, y ante posible protesta del conductor, vaya forma de responderle. ¡Que vergüenza con las damas, los niños y demás pasajeros que viajan en estos autos! Conclusión, hay un problema por resolver o de lo contrario un día, ojalá lejano, tendremos un accidente grave sobre estas carreteras.
No es posible que no podamos organizar la práctica del ejercicio; si no tenemos escenarios adecuados y los aficionados deben recurrir a las vías nacionales enfrentando el peligro, las autoridades departamentales y municipales tienen el sagrado deber de organizar, reglamentar o coordinar dicha actividad. Algunas recomendaciones apuntan a programar caravanas acompañadas por las autoridades viales, otra habla de horarios regidos cerrando las vías y una tercera va dirigida a los directivos deportivos pidiendo coordinar clubes que diseñen competencias en vías secundarias encauzando esta actividad. Muy fácil resulta dejar a la Policía de Carreteras el control, pero la solución, como lo vengo sosteniendo, está en las autoridades administrativas.