General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Agosto de 2015

PRISMA

Forcejeando el futuro de la Policía

No  hemos firmado el acuerdo de paz con las Farc y ya estamos debatiendo el futuro de la Policía Nacional de Colombia, aún no se inicia el posconflicto y nos estamos dividiendo, triste muestra sobre el futuro, no solo de la fuerza pública sino del país entero.

Con el concepto de enfrentar la inseguridad se propondrá una reforma de la institución, como si la Policía, hoy reconocida mundialmente por ser organismo eficiente, progresivo y futurista, necesitara ajustes o  modificaciones, dura realidad la que nos espera, pues un futuro  como el que se avecina, direccionado a lograr una paz segura y duradera, exigirá, “y no nos cansaremos de decirlo”, una  fuerza pública unida, cohesionada y acoplada, para hacer frente a un sinnúmero de eventualidades que acompañarán el país durante el evidente posconflicto. El arraigo civil de la institución no está en discusión, solo algunas personas desorientadas piensan que ha perdido su vocación civilista, por estar adscrita al Ministerio de la Defensa, ¡dependiendo del Ministro¡ Equivocación grande ¡Porque la filosofía y doctrina institucionales permanecen intactas a través de los  años! Esa premisa de pretender retomar el talante civil es un sofisma de distracción para esconder otros intereses, que florecerán en su momento, -si logran erosionar la fuerza pública de cara al posconflicto-.

Quiero recordarles a mis amables lectores que la Policía Nacional de Colombia cubre con su servicio el territorio patrio, destinando a las urbes los hombres que consolidan la seguridad ciudadana y en las regiones  rurales cuenta con una especialidad conocida como los Carabineros de Colombia, que han escrito paginas de gloria en la historia patria y están capacitados como los que más, para responder por la seguridad en los campos y poblaciones apartadas de las grandes ciudades; aclaro esto con el fin de desestimular algunas ideas tendientes a organizar cuerpos armados con destino a esas regiones, olvidando el profesionalismo y recorrido experimental de nuestros hombres.  

Seguramente los grandes componedores de la Policía arremeterán contra el servicio social que   bachilleres prestan en la institución,  asegurando que este servicio se convirtió en  problema para la  ciudad y su imagen, indudablemente no les falta algo de razón, y el programa necesita ajustes, pero  estos jóvenes le han permitido a la institución, entrar en los hogares colombianos logrando  que familias enteras comprendieran lo duro del servicio, experimentando la  lección de ver a sus hijos convertidos en servidores públicos, enfrentando la problemática ciudadana y algunos niveles delictivos, qué gran experiencia para la sociedad observarlos uniformados, coadyuvando a la protección, seguridad, honra y bienes de los ciudadanos; antes que acabar este servicio hay que dimensionarlo.

En un país normal la Policía hace parte del Ministerio de la política, pero hoy no vivimos un país normal.