GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Agosto de 2012

La seguridad y las drogas

 

En interesante reportaje con Yamid  Amat el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, toca temas que merecen comentario, algunos por su enfoque y otros por la temeridad al proponerlos. En diversas oportunidades he sostenido que la seguridad no se pude medir por un solo indicador, ni soportarse en determinadas estadísticas, sin embargo, los estudiosos y peritos del tema, siguen afirmando que la disminución en el número de homicidios ofrece claras  indicaciones sobre la seguridad reinante en una urbe. Las muertes violentas ocurren por distintas causas, encontrando los accidentes de tránsito como una muestra bastante representativa, el ajuste de cuentas bajo disímiles motivos, también tienen un índice preocupante, los fallecimientos provocados por accidentes en medio de la embriaguez son de menor factura, pero igualmente hacen parte del tema, las riñas callejeras con injerencia alcohólica o sin ella no pueden quedar ausentes del balance, además de los homicidios ocurridos a manos de  delincuentes en diferentes modalidades.

Como vemos, para tutelar una mejoría en seguridad bogotana, sería conveniente hacer un análisis estableciendo el soporte del éxito conseguido, comprobando que con la reducción de muertes violentas se han logrado progresos o, por el contrario, fue la movilidad que mejoró, y las diferencias entre delincuentes se están zanjando en otras latitudes, la embriaguez se controla hasta el punto de no presentarse accidentes mortales y las riñas callejeras ante la tolerancia, buen criterio y mesura de los bogotanos desaparecieron del mapa; concretando  el estudio en los actos homicidas ejecutados por antisociales frente a sus víctimas, que en ultimas es el factor más indicativo del nivel alcanzado en seguridad.

Otro enfoque interesante hace referencia al tráfico y consumo de drogas estupefacientes, aunque no comparto del todo el  concepto, encaminado a sostener que los casos de atracos, robos, asaltos y demás delitos llamados menores, se cometen sólo por el afán de conseguir dinero para consumir drogas, reconozco un protagonismo exagerado de delincuentes actuando bajo los efectos de la droga, buscado con ese recurso, un paliativo que ayude a  dominar el miedo producto de el acto delictivo. Luego viene una discusión referente a dosis mínima para terminar con algo bien llamativo ¡centros de consumo controlado¡ curiosa y decidida propuesta, experimentada sin grandes resultados en otras latitudes, valdría la pena aterrizarla lo antes posible para conocer su  mecánica y desarrollo, no quiero entrar a debatir sin tener suficiente información sobre el proyecto, sabiendo de antemano que la sociedad colombiana reconoce los drogadictos como enfermos y en varios foros se delibera sobre el manejo para consumidores, buscado comprometimiento del Gobierno que no está lejos. Por el momento le han sobrado críticos al asunto,  la ley no contempla esta posibilidad y su implementación demanda recursos económicos. ¿Qué dirá el Gobierno? La puja hasta ahora empieza.