GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT VARGAS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Noviembre de 2013

Lucha por mejorar seguridad

 

En la puja por brindar una mejor seguridad ciudadana  se ha  logrado entender que la sensación de protección y apoyo, acompañada de diligente auxilio, juega papel preponderante ante el colectivo, y para lograrla es urgente comprometer al vecino con su entorno, convirtiéndolo en protagonista de primera línea en la lucha contra la delincuencia, aportando información y respaldo a los miembros de la fuerza pública, observando además un comportamiento coherente con sus anhelos de vivir en paz familiar y social; por su lado la fuerza pública aporta un compromiso de responder a los clamores y llamados tan pronta y eficientemente como lo pide la colectividad.

Si abocamos un análisis sobre  aspectos que generan más intranquilidad en las  ciudades del país, encontraremos el atraco como hecho de mayor tribulación, pues las personas deben encarar una situación de sometimiento inusitado, ante amenazas repentinas, convirtiéndose en objeto de insultos, vejámenes y malos tratos de parte delictiva; encarando esta intimidación se percibe que  las posibilidades de ser agredido físicamente son altas, incluyendo riesgo de perder la vida; sin embargo, existen estadísticas donde se muestra la violencia, especialmente la riña callejera, como el azote para  la seguridad; no es difícil observar cómo frecuentemente los enfrentamientos entre vecinos, terminan en desafíos que arrojan resultados fatales, sin ser únicamente esta circunstancia la abanderada del problema, tenemos otros aspectos no menos importantes, como la intolerancia manifestada en vías públicas, induciendo los protagonistas a enfrentamientos físicos con funestas consecuencias. Falta añadir los efectos del licor presente en la mayoría  de estos  incidentes, que inflan las estadísticas de muertes posicionando las regiones como violentas e inseguras, tema crucial para las autoridades obligas a buscar alternativas para reducir estos índices.      

Pero el atraco indudablemente golpea la estabilidad emocional del individuo, dejándole un sinsabor de incapacidad y abandono, invitándolo a enfocar  el  momento de frustración contra las fuerzas del orden encargadas de velar por su bienestar, generando por lo tanto una sensación inconmensurable de inseguridad, punto central de esta nota. En un principio decíamos que el ciudadano debe aportar a su seguridad adquiriendo algunos compromisos y comportamientos acordes con el medio social, obligación que conlleva un acercamiento a los miembros de la Policía, quienes a su vez facilitarán esa proximidad para tejer un frente común, pero esto no basta, falta el compromiso de la administración, para cubrir ciertos puntos negros que coadyuvan al actuar delictivo, figurando entre otros un  buen  alumbrado público, una  malla vial que facilite el desplazamiento de peatones como vehículos, el control de establecimientos dedicados al expendio de licor, muchas veces invasores de zonas residenciales, el aseo y la vigilancia del sector. Seguramente si se logra atender eficientemente estos aspectos, lograremos impedir homicidios, y consolidar esa sensación de seguridad tan esquiva a nuestros ciudadanos.