GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Julio de 2014

De Samba y Saudade

 

“Brasileños, a recuperar confianza ante múltiples desafíos”

El Empire State  está iluminado  con los colores de las cuatro banderas de los  finalistas, mientras carpinteros, astronautas, monaguillos y banqueros se preparan para ver los dos últimos partidos por la Copa del mundo.

Mientras prácticamente todos los idiomas registraron la vergüenza carioca, confieso que no me alegró la muenda que el equipo de Alemania le dio, no a los futbolistas brasileños, sino al corazón del país de  samba y  'saudade'.

Por principio, no ecuentro sensato  gozar con el dolor ajeno, así el “ajeno” nos haya cascado sin misericordia; haya amenazado hasta el delirio al jugador del rodillazo; y, en su momento de triunfo, se hubiera injustamente, burlado de nosotros.

Utiilizo  la palabra "sensato”. No digo 'ético' ni 'decente',  para no llevar el tema a esos extremos, y porque me caen gordos los falsos moralismos. Humanos somos, y nadie está exento de “sentir un fresquecito” en ciertos momentos de clavo sacado. Pero me duele Brasil.

Sí. Con todo y ser cuna de esa espantosa señora supuestamente activista  de derechos humanos, que escribió la barbaridad que escribió. Y así en el partido contra nuestra heroica selección, hubieran abusado de uno de los peores y más amañados  arbitrajes del mundial.

Me duele lo que están sufriendo los dueños de la samba y la 'saudade' porque, para ellos, el fútbol viene inmerso en su ADN y reafirma pilares de  su   autoestima;   es esencial en  su orgullo, alegría, y sentido de pertenencia, a un país que oscila entre ser la superpotencia del continente, tener angustiosos cinturones de miseria, ciudades como del “viaje a las estrellas” versión siglo XXII, y las más agrestes y húmedas selvas del planeta.

Que un país esté triste, decepcionado o  iracundo no  le ayuda a nadie. A nosotros no nos devuelve al Mundial (del que salimos amados y victoriosos). Y dudo que a ellos el partido contra Alemania les haya enseñado mucho más de lo obvio. Proust decía que la tristeza enseña más que la felicidad, pero siempre agradeceré que -a pesar de admirarlo tanto- mi principal maestra,  jamás  me haya tratado acorde a esa lúgubre teoría.

Las imágenes de la noche del martes son aterradoras: Brasil se desbordó de incendio y dolor. La decepción se vistió de furia, y la furia, de violencia.

En  los medios de comunicación, vimos las imágenes de niños  desolados, y  adultos invadidos por la ira y el descontrol.

Perder es una cosa, pero salir con la vergüenza tatuada en los guayos y en la frente es otra. Y es que la vergüenza es un sentimiento del que es difícil reponerse. Acordémonos; a nosotros también nos han pasado nuestras cositas graves,  y volver a levantar cabeza  no ha sido fácil.

 Así es que, por lo pronto, espero que el anfitrión del Mundial gane el sábado. A los brasileños les aguardan días políticos, sociales y económicos muy complejos, y necesitan recuperar su confianza, para hacerle frente al desafío de moverse con seguridad y destreza, en la cancha de su nación.

ariasgloria@hotmail.com

Pd: El Puerto y yo, volveremos a finales de julio.