GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Marzo de 2012

La alcachofa de hierro

Los deberes del periodismo independiente incluyen representar la voz del más débil -no del más fuerte-; incitar a la reflexión, a la investigación, a la oposición valiente y frentera. Asumir la defensa de la verdad, y desenmascarar los disfraces financieros, éticos, y políticos de personas y entidades generalmente poderosas. Denunciar los abusos económicos, armados, sexuales, oficiales o para-oficiales. Exponer la vida misma hasta llegar al fondo de las cosas y deshojar la vida -sus miopías, sus abismos y fanatismos- así como se deshojaría una alcachofa de hierro: desprendiendo con dificultad, audacia y fervor, todas las hojas oscuras, hasta encontrar finalmente el corazón.
Me preocupa que así como en el gobierno anterior nos sobraba materia prima para hacer oposición, en la era Santos, aun quienes lo criticamos durante la etapa de elección, estamos a favor del mandatario.
Ese candidato tenebroso, responsable de bombardeos e imbricado con el tema de los falsos positivos, se ha vuelto un Presidente con mayúscula al que resulta mucho más obvio apoyar que combatir. Parecería que todo lo que hace, lo hace bien, y aun lo que hace mal, es grave, pero por alguna razón no se lo cobramos con la intensidad esperable.
El tema con las Farc está patas arriba, y los datos de lo que ha sucedido en el primer bimestre del 2012 son muy feos:
Los ataques guerrilleros aumentaron un 50% con respecto al mismo bimestre del año anterior.
Los atentados contra la infraestructura económica crecieron un 120% y éste ha sido el peor lapso de los últimos 6 años.
Las emboscadas se duplicaron, siendo los recientes enero y febrero los dos meses más violentos de los últimos 7 años.
La inseguridad ciudadana está cada vez peor y el 68% percibe un preocupante deterioro.
Pero a pesar de todo, la imagen positiva del Presidente subió al 80% y el 77% aprueba su gestión.
En materia de relaciones internacionales, el hombre se ha lucido. Lo de Cuba fue un manejo artístico; esgrimió diplomacia de la mejor, que le permitió a Colombia salir del desagradable sandwich en el que la habían metido, y quedar bien con Washington, con la isla, con la Cumbre y con la decencia continental.
Tanta belleza parece casi sospechosa.
Una apabullante mayoría adoraba a Uribe y a su régimen del terror. Ahora, otra gran mayoría (no creo que sea la misma) adora a Santos, precisamente por todo lo contrario: porque desfarquizó la agenda colombiana y le permitió al gobierno y a los ciudadanos recordar que el mundo no empieza y termina con los facinerosos de las Farc, tema del cual ya estábamos -perdónenme la expresión- mamados.
Bueno. Si durante los 6 años (léase un Uribe y medio) previos a Santos, era un valiente placer y un honroso deber deshojar la alcachofa, en lo que va de este gobierno casi todo ha sido -como diría mi amiga Sandra- tan “adecuado”, que debemos tener los ojos doblemente abiertos, para que la independencia no vaya a cambiar vigilancia por pleitesía; eso no sería grave sino catastrófico, porque por ahí comienzan a romperse las democracias.
ariasgloria@hotmail.com